por: Juan J. Olivera
Algunos debaten aún sobre el origen nacional o no y las internas políticas de los pueblos originarios del siglo XVIII y XIX, tiempo en que no existía el Estado-Nación y todos los pueblos americanos desde La Florida a Tierra del Fuego eramos "españoles indianos". Que si los mapuches son argentinos o chilenos, que traicionaron, invadieron y se mataron con los tehuelches, etc, atc. Un nacionalismo de cartón pintado que apela a la defensa de un pueblo indio como los tehuelches solo para bancar un discurso reaccionario, no para restituirle sus derechos y cultura, sino para alimentar un odio imbécil con los pueblos hermanos de la Patria Grande de San Martín y Bolívar. Por otro lado, si tanto les preocupa las etnias nacionales, tenemos en el norte y resto del país varios pueblos indios olvidados y desamparados por los que reclamar justicia. De norte a sur el exterminio fue la condición necesaria para la explotación de los recursos naturales para la venta de materias primas al Taller del Mundo que era el imperio británico. Del norte patrio, tanino, para curtir los cueros y suelas de zapatos y las poleas de las máquinas, quebracho y algarrobo, para los durmientes ferroviarios y el carbón, del centro pampeano, vacas y granos a granel constituyéndonos en el Granero del Mundo con miles de hambrientos y pordioseros en las calles y caminos del país, del sur, las más finas lanas y todo el pescado que puedas sacar de las aguas argentinas. En todos esos lugares hay cadáveres de indios. Como dijera el gran Lucio V. Mansilla y el enorme argentino José Hernández ¡que poco le ha devuelto la civilización y la patria a los verdaderos hijos del país! Claro que aun hay indios en todo el país ¡¡y en buena hora que luchen por sus tierras ancestrales!! Pero bienaventurados ellos que aún guardan retazos de sus lenguas, dioses y tierras comunales, en peor situación, demonizados y perseguidos, sobrellevan la vida sus primos de sangre, los mestizos, que ensanchan los cordones urbanos de la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y otras ciudades que han crecido en su periferia a medida que el campo se convierte en un mar verde sojero. Para ellos la nada, la carcel, la changa, el plan, el subsidio, el monotributo social, el hospital desguazado para morir, la escuela como comedor, la olla popular como punto de reunión asambleario, la tele para desear lo inalcanzable y como sustento cultural de la alienación, el fútbol como ultima bandera identitaria, el carro cartonero con "tracción a sangre" humana, ellos que en realidad somos el "nosotros" real cargan sobre las espaldas todo el peso de la Nación, lucharon y murieron en todas las guerras, construyeron todos los edificios y caminos de patria, conjugaron los verbos de la historia Argentina por primera vez y por cierto que son quienes la mantienen viva cotidianamente, por ellos podemos decirnos argentinos, si algo quiere decir y vale la pena confirmarse.
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