Centauro descamisado

Centauro descamisado
Daniel Santoro

lunes, 28 de diciembre de 2009

El secreto de sus ojos

Tal vez sea un tema ya recontra discutido, pero como siempre cuando uno ve una película se siente como si fuera el primero, o al menos en mi caso tengo una necesidad que aparece pasados unos días de comentarla. En un principio no intelectualizo, no busco significados en las películas, es más, no disfruto mucho del cine y ciertamente prefiero la comodidad de mi casa para acceder al séptimo arte. El Cine es una salida más y muchas veces una escusa para hacer algo aburrido cuando uno está medio aburrido. Ha sido en otro momento el motivo para acercarse a una relación amorosa, dar los primeros pasos de un noviazgo o algo por el estilo. La cuestión es que fui a ver “El secreto de sus Ojos” y en un principio me gustó, me llamó la atención como estaba tratado el tema de la criminalidad y la impunidad mediada por la política, la corrupción en la justicia en tiempos de las tres A. Caminando para casa me di cuenta que lo que había visto era lo que en los setenta se llamaba cárceles del pueblo, que obviamente por mi edad no conocí pero si por los relatos o la literatura que uno tuvo acceso. Luego a los pocos días veo en la tele a Clarín repartiendo premios a mansalva y favoreciendo ampliamente a este film, ¡Mierda! Dije ¿Clarín premiando una cárcel del pueblo? Y ahí sí me senté a recordar la peli y pensar ¿por qué?
Me parece que el éxito de la película es que le calza bárbaro tanto a la izquierda setentista que vio, como yo, una cárcel del pueblo en la pantalla, que entonces lo pensaba como la solución a las limitaciones de la justicia burguesa, el progresismo posiblemente vio la crítica al peligro de la intervención antidemocrática en el poder judicial y una lógica respuesta de un hombre atormentado, y la derecha la justificación del tipo que hace “justicia por mano propia” aunque ellos abrían ultimado al hijo de puta que aparece excelentemente personificado en la pantalla. Un personaje que es asesino y violador, además de custodio de Isabel Perón con vinculaciones evidentes con la Triple A.
Ciertamente al sondearse profundamente uno no sabe bien cuál de las posturas es capaz de encarar puesto en situación, pero ahora me pregunto: ¿Qué habrá visto el tipo de la butaca de al lado en El secreto de sus ojos?

Partidos Políticos, Dictadura y Movimiento Popular

• Publicado en revista La Montaña, Arte, Cultura y Militancia Marzo 2000

Juan José Olivera


Con la ley N° 21.322, el golpe de estado del 24 de marzo del 76 de la Junta Militar cerraba a sangre y fuego una etapa de participación política de las masas populares y sus organizaciones, declarándolas “ilegales y disueltas”. Al mismo tiempo dejaba sin efecto la Constitución, cerraba el Congreso e intervenía las instituciones públicas y los organismos nacionales, provinciales y municipales de gobierno.
Pero más allá de hacernos la pregunta de cómo pudo ser posible tanta crueldad, tanto odio y opresión, sucesos e interrogantes que retrotraen casi sin esfuerzo a la Alemania nazi, al igual que ese sentimiento colectivo de ceguera, de ignorancia egoísta y a veces cómplice, nos preguntamos también qué quedaba en pie, dónde resistía aun la esperanza, la alegría popular, ¿ qué había pasado en esos años? ¿Qué paso con la política?¿Con los partidos políticos, con los sindicatos y las organizaciones de base, y con la gente?
Solo tres años separan del júbilo popular del 25 de mayo de 1973, cuando retornaba a la Casa Rosada un presidente electo por las mayorías, al negro 24 de marzo de 1976, luego se impondrá el régimen por siete largos años. ¿Cómo se pudo instalar? ¿sobre qué bases se apoyó la dictadura y quién se abstrajo de lo que ocurría, quienes callaron, pactaron, negociaron y consensuaron lo terrible?

Cabe señalar que en esos años había un fuerte proletariado industrial hegemonizado por el peronismo, al igual que sectores relacionados con empleos estatales y profesionales ligados a las áreas de la asistencia social del estado como la educación y la salud. Pero se respiraba cierto aire de desilusión del gobierno peronista, las pujas dentro del peronismo y el rechazo popular a las medidas restrictivas del Plan Rodrigo en 1975 dejan al gobierno de Isabel Martínez de Perón sin apoyo, y ni siquiera las próximas elecciones pactadas para ese mismo año 76 favorecieron la articulación de un discurso político que canalizara el consenso hacia la resolución democrática de las diferencias y detuviera el golpe. Maria de los Angeles Yannuzzi, profesora de teoría política e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario, señala en su libro Política y Dictadura que en las vísperas del Golpe ya algunos sabían que se estaba preparando, aunque no se sabía la fecha exacta, tanto el gobierno como la oposición, es así que cuando un periodista radial le preguntó el 23 de Marzo al presidente de la UCR, Ricardo Balbín, que se podía “hacer” con el golpe, este le respondió que “la solución no estaba ya” en sus manos, y ninguna voz de peso se levantó en ese momento en defensa del gobierno constitucional ni para defender la Constitución.
Los militares necesitaban consenso, estos no estuvieron solos, el golpe del 76 tenía adherentes convencidos, apoyos críticos y oportunistas, tanto en ámbitos de la política como en la economía y también eclesiásticos, de quienes veían la posibilidad de insertarse en la política, antes pormenorizados o eclipsados por el arraigo y las expectativas que tenían los sectores populares en el peronismo. Con este marco fue que personalidades de los sectores más reaccionarios y conservadores participaron como funcionarios interventores de organismos estatales, empresas estatales, organizaciones sindicales, clubes de fútbol, gobernaciones, municipios y todos los espacios que concentraran participación masiva y se disputara poder de algún tipo, o pudieran ser usados para fines que no fueran los que creían los militares que debían ser: el orden y la paz de los cementerios.
El plan económico de Martínez de Oz requería romper con la mediación entre Estado y Sociedad, esto es terminar con las concepciones de una democracia participativa no solo desde lo formal y legal, congelando la política y la acción de las masas argentinas. Pasar de la etapa del Estado Social a un régimen dictatorial conservador en cuanto a la modalidad y tradición impuesta a través del rol de las Fuerzas Armadas, pero ultraliberal, individualista y de libre competencia en cuanto a lo económico.
Así el 16 de febrero de 1976 los lideres de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) decretan un lock –out patronal donde habían cerrado desde las industrias más grandes hasta los Kioscos. La APEGE se había sumado a los fines de presionar al gobierno de Isabel con las cámaras de Comercio, Construcción, Exportadores, Importadores, Supermercados, Grandes Tiendas, la Sociedad Rural, la CARBAP, entre otras. Uno de los responsables fue Jorge Aguado, luego secretario de Agricultura de Roberto Eduardo Viola y gobernador de la provincia de Buenos Aires con Leopoldo Fortunato Galtieri. Un estrecho colaborador de Aguado fue, tanto en agricultura como en la gobernación bonaerense, el hoy cuestionado titular del Banco Central, Pedro Pou. Aquel paro patronal fue la ofrenda civil a la sedición militar del 76.
El golpe se enfrentaba con las dirigencias políticas pero los militares contaron, sin embargo, con algunos apoyos inmediatos como el del Partido Socialista Democrático de Américo Ghioldi, premiado con la embajada en Portugal y luego reemplazado por su correligionario Walter Constanza. La relación de las Fuerzas Armadas con este partido minoritario era cercana y venía ya desde la Revolución Libertadora que derrocó a Perón en 1955. El gobierno de Jorge Rafael Videla, también mantuvo en su puesto al intendente de Mar del Plata, un amigo de Ghioldi.
Por iniciativa del secretario general de la Presidencia de Videla, el general José Rogelio Villareal, el radicalismo acercó a dos embajadores de origen Balbinista: Rubén Blanco al Vaticano y Héctor Hidalgo Solá a Venezuela. La idea del entonces jefe del radicalismo, Ricardo Balbín, era colocar piezas para un futuro desemboque político y para trabajar sobre la actitud de rechazo que tenían los militares de Videla con la dirigencia política. Las pujas internas de la Junta Militar provocaron la desaparición de Héctor Hidalgo Solá secuestrado por una patota militar el 18 de julio de 1977 en Buenos Aires.
Algunos civiles sumaron apoyo en el ámbito diplomático como Oscar Camilión (del Movimiento de Integración y Desarrollo, MID, embajador en Brasil); Juan Ramón Aguirre Lanari (Liberal de Corrientes, reemplazó a Hidalgo Solá en Venezuela); José Antonio Romero Feris (autonomista de Corrientes, embajador en Costa Rica); Francisco Moyano (demócrata de Mendoza embajador en Colombia); Leopoldo Bravo (bloquista de San Juan embajador en Moscú).
Otro ámbito de presencia civil fueron las intendencias con este nivel de participación durante la dictadura: radicales, 310; peronistas, 192; demócratas progresistas, 109; MID, 94; Fuerza Federal Popular, 78; democristianos, 16; intransigentes, 4 y otros partidos, 78 (75 conservadores y 3 provinciales).

La subordinación de los civiles a los militares suponía además de un poder basado en las armas, una idea en ciertos lugares de la dirigencia política y también, por qué no decirlo, en una parte de población, de superioridad moral que se asentaba en los “valores de la Patria”, hecho que parecía asegurar por sí mismo la “restauración” del buen vivir en sociedad. Por eso mismo como sostuvo Balbín tiempo después, el “Proceso encontró una expectativa optimista” cuando llegó al poder en marzo del 76.
En verdad no fueron pocos los que vieron en las Fuerzas Armadas ese único “reaseguro moral” capaz de controlar la crisis y de intentar una reconstrucción del estado, en ese contexto es que el MID de Rogelio Frigerio, por ejemplo, que poco antes del golpe rompe con el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) no tuvo reparos en caracterizar a la nueva dictadura como “una manifestación de la revolución nacional”, se abocó, lisa y llanamente a apuntalar al régimen militar.
En el otro extremo del arco ideológico, el Partido Comunista, sugirió en esos años que Videla ante la alternativa de varios generales era un “militar democrático”, mientras impulsaba un “pacto cívico-militar” para salir de la crisis de desgobierno en que la Argentina se encontraba luego de la muerte de Perón y el nefasto gobierno de “Isabelita”. Acerca de la posición del PC, mucho se ha dicho y aunque sus militantes nunca estuvieron de acuerdo con las concepciones de las organizaciones de guerrilla urbana acerca de la lucha armada y el peronismo, también en mayor o en menor medida sufrieron persecuciones en los lugares de trabajo y encarcelamientos debido a la militancia sindical de base, más allá de las justificadas acusaciones de otras izquierdas de que el PC gozaba de cierta inmunidad debido a los pactos comerciales cerealeros de la dictadura con la ex. Unión soviética.
Muy llamativo es también, el oportunismo y el “participacionismo” de algunos dirigentes sindicales y políticos peronistas que, lejos de ponerse en clara oposición, prestaron apoyo al régimen.
El sindicato del SMATA que reúne a los trabajadores de las empresas automotrices como eslabón más fuerte del gremialismo argentino tiene su sede en un inmenso edificio de la Calle Belgrano y su fundación data del año 80, en una placa reza en letras doradas el recuerdo a un dirigente sindical muerto por un grupo “subversivo”. Este edificio, que fue inaugurado en plena dictadura, obedece también a un sistema de premios y castigos que tenían los militares con las fuerzas políticas y sociales. Además, esta política era instrumentada por algunos militares, como el general de la Armada Massera, que soñaban con una salida política personal.
A partir del año 79 la CGT comienza a reorganizarse en las catacumbas de los sindicatos, el despegue será la movilización del 30 de marzo de 1982 convocada a la Plaza de Mayo
En abril de 1979 se llama a una huelga general donde se reúnen los dos grupos sindicales: la Comisión de los 25 y la Comisión Nacional del Trabajo, esta última propone establecer una comisión de conducción única (integrada por los miembros de cada agrupación y ocho gremios del interior), mientras que los 25 proponían la “unión en la acción sobre los hechos concretos y cercanos”. Finalmente, la huelga se realiza pero con poco acatamiento debido a que la CNT le restó apoyo, uno de los dirigentes más representativos de la CNT era el plástico Jorge Triaca.
Es evidente que estos nexos sindicales y políticos estaban a la orden del día y muchos aprovecharon para enriquecerse personalmente conformando en el peor de los sentidos una “clase política” burocrática y parasitaria sin obstáculos ni límites ya que la participación y los canales de control estaban restringidos por los militares impidiendo al mismo tiempo toda oposición posible.
La política queda así restringida a ámbitos cerrados y elitistas pero no desaparece por completo para las masas populares. En Clase, Estado y poder en el Tercer Mundo el Sociólogo James F. Petras muestra en el capítulo dedicado a la época de la dictadura Argentina, “El Terror y la Hidra”, que la participación popular pasa a otro ámbito: el “informal”, que es el cotidiano, el lugar de trabajo, el barrio, como ámbito de resistencia, donde se mezclan prácticas directas e informales relacionadas con lo básico e inmediato. Lo vecinal, lo familiar y las asociaciones de fomento y ámbitos culturales recobran importancia y forman espacios de regeneración y contención política luego de la dispersión de las estructuras y de las organizaciones políticas mayoritarias hasta ese momento, debido al accionar de los grupos de tareas y de la política represiva impuesta por la Junta Militar.
Concebida como una derrota por las organizaciones políticas de la izquierda, la política continuó focalizada en las bases acostumbradas a décadas de represión y regímenes dictatoriales, los sectores populares más empobrecidos fueron lentamente organizándose como lo demuestran las movilizaciones de la CGT y el desprestigio post-Malvinas con que se tuvo que ir la dictadura. Pero este resurgimiento a pesar de las purgas masivas y continuas de los líderes de masas será sin “sin dirección”.
Juan Carlos Marín, en Argentina, 1973-1976 muestra que el grueso de los asesinados por el régimen eran militantes de las fábricas, “desapareciendo” comités ejecutivos enteros de secciones sindicales y funcionarios locales: líderes de la base, capataces, sindicalistas de orientación clasista, peronistas combativos, y luchadores populares padecieron la represión de una u otra forma. Los tanques y los grandes contingentes policiales que movilizaron los militares para hacer asaltos en los barrios de clase trabajadora revelan el temor que tenían a una reacción de los barrios obreros, villas y asentamientos. La mayor parte de los secuestros de trabajadores ocurrió después de las horas de trabajo para evitar la ira colectiva en el lugar de trabajo.
Petras señala que la represión logró minar el movimiento popular “formalmente organizado” pero no tuvo éxito en la destrucción de las bases, aunque éstas soportaron la carga mayor.
La dictadura del 76 tuvo como objetivo central la transformación del obstáculo principal para la expansión del capital: la clase trabajadora organizada y dotada de conciencia clasista. La meta fundamental del terror era un esfuerzo sostenido para abolir sistemáticamente la memoria de la solidaridad y de los lazos sociales populares y atomizarlo inculcando sentimientos de subordinación, inferioridad y servilismo característicos del período anterior al peronismo.
Finalmente, las denuncias de los organismos de Derechos Humanos que ejercían presión internacional y luego de la Guerra de Malvinas, la presencia activa de los partidos políticos mayoritarios acordando el retiro de los militares desprestigiados y ya sin ningún tipo de consenso para seguir gobernando, forman el contexto del final de la dictadura. Luego de la Guerra los discursos anti-subversivos, el discurso nacionalista chovinista de una posible guerra con Chile y la prometida bonanza de la plata dulce con el aparejado endeudamiento económico, ya no convencían a nadie. Vuelve la Democracia. En 1983, Alfonsín asume la presidencia con el discurso de que a partir de la recuperación democrática “se come, se cura, se educa”. La idea del radicalismo de ver el sistema democrático como un valor suficiente para encausar el conflicto social quedará sin fundamento al poco tiempo, los alzamientos “carapintadas”, las concesiones a los organismos internacionales de crédito y a los grupos económicos, el desempleo creciente y la ausencia de un proyecto realmente popular de desarrollo industrial le quitaron las bases sobre las que se podía haber sostenido esa idea democratizante reduciéndola a una concepción democrática en cuanto a lo “formal” pero sin correlato en lo social.
Con Alfonsín, Menem y De La Rúa la política recobró el espacio formal e institucional y en la opinión pública, pero dejando el sentimiento general de que se vota el “mal menor”, la creencia de que los partidos políticos son incapaces de solucionar algo, y la certeza de que los mejores hombres ya no están en la política.

Hoy, cuando la Argentina se encuentra nuevamente en una crisis económica y de representación política, donde la desocupación, la marginación y la exclusión de las clases populares dibujan un futuro incierto, vuelve a resurgir la Hidra, a la que hace referencia James Petras, dentro de esos mismos sectores cercenados y acallados; los movimientos de base “informales”, barriales, de desocupados, de trabajadores y estudiantiles, se están desarrollando y esparciendo como una enredadera sobre el muro.

Biografía: James F. Petras, “Clase, Estado y Poder en el Tercer Mundo”. Maria de los Angeles Yannuzzi, “Política y Dictadura”. Nestor Toribio y Ariel Apice “Partidos Políticos y Última Dictadura Militar” (Trabajo Monográfico). Vicente Muleiro “ Golpe con Traje y Corbata” (Clarín, Zona).

domingo, 27 de diciembre de 2009

"Entre-nos"

JJO. Buenos Aires. Marzo 2009

Como les había propuesto continúo escribiendo estos pareceres o temas para el dialogo y el intercambio “entre nos”.

En el mail anterior dejé picando el tema de la asunción de Nestor Kirchner a la presidencia del PJ, continuando, quisiera compartir estas opiniones abiertas a la crítica y el debate.

A principios del 2008 si mal no recuerdo Kirchner asumió la conducción del PJ, hecho esperado por algunos y temido por otros. Desde los lugares más rancios del pejotismo tradicional: la conocida “liga de gobernadores”, los intendentes del Gran Buenos Aires y algunos dirigentes que habían quedado en “la cuerda floja” o un espacio difícil de delinear, casos como ex duhaldistas, desde Solá pasando por Quindimil y otros insistían para que el santacruceño “conduzca” el PJ. La existencia del Frente Para La Victoria, con el que había llegado a la presidencia Kirchner, luego el “aire” que le dio a los “Transversales”, y la posterior fuerza que tomaron las listas “colectoras” que llegaron incluso a desbancar construcciones jurasicas como las de Lanús, Lomas de Zamora, o en Quilmes, y a esto hay que sumarle los acuerdos con los “radicales K”, ponía a los viejos carcamanes del peronismo en una situación prescindible. Tanto se oían esas preocupaciones que hasta se olía ese temor, esa tendencia, quedar “a fuera” se repetían. No pocos decían dudar de la filiación peronista de los Kirchner, otros los imputaron de “revanchistas montoneros” mientras juntaban espaldas con espaldas en posición defensiva y conspirativa no le encontraban salida al problema, - ¡¡ Y…sino que vuelva el Cabezón y se vallan a la puta que los parió estos zurdos ¡¡ repetían a oscuras antes de dormir.

La experiencia que vivieron los armados Kirchneristas por fuera del PJ debilitaron claramente a la ya cascoteada estructura pejotista y pareció como posible por un momento crear una nueva corriente que superara las limitaciones y condicionamientos que el mismo peronismo imponía a los Kirchner: un poder tutelado por el duhaldismo, que pasara sin novedad por los frentes donde se habían establecidos los pactos cuasi mafiosos de la política y el poder en la provincia de Buenos Aires principalmente y un trato amable y condescendiente con los gobernadores del interior. Sin embargo los armados por fuera del PJ nunca dejaron de ser algo transicional, su misma razón de existencia los hacía perecederos, como ariete para chocar con las estructuras del PJ en la medida que este fue cediendo crecía el poder de maniobra de Kirchner, que valga la aclaración, desde el ejecutivo y sin deberle mucho ya se preparaba para disponer de cambios e ingresar con una fuerza al PJ que no tenía. Si en un principio el PJ, es decir los fósiles parlantes de la partidocracia vernácula, trataron de retacear, excluir y negarle la conducción del partido a Nestor Kirchner, al fin de su gobierno se lo pedían a lo gritos y como magdalenas se le tiraban a los pies para pedirle que asuma y les perdonara sus pecados; y porque no decirlo limpiara también la imagen de estos, y los patios, jardines y salitas del partido después de una horrible actuación en nuestra historia reciente.

Los “trasversales” tuvieron éxito, a diferencia de lo que ellos mismo creen, sin embargo no pudieron constituirse en una opción de poder real, su génesis carecía de “mística” originaria, estaba predestinada su funcionalidad y su fin. No sabemos si su fin es algo para siempre jamás, si podrán integrarse a la nueva etapa y hacer cambios desde ahí, si ojalá, seguirán en la medida de lo posible de manera autónoma aportando apoyos, debate y criticas, o si serán barridos por el viento de la historia al pasar a una oposición sin escena política ni espacio.

Para nosotros la asunción de Kirchner es un hecho positivo porque como dijimos se produce desde una posición de fuerza, que al mismo tiempo provoca una situación de fortalecimiento al gobierno de Cristina. Una cantidad de situaciones que van desde el conflicto con “el campo” hasta los reclamos de mayor seguridad, han presionado al gobierno desde sectores opositores que buscan posiciones parlamentarias afines, que sin una correlación favorable y una relativa “disciplina partidaria” imposibilitarían la acción gubernamental.
Nestor Kirchner encarna en su figura la posibilidad al mismo tiempo de ser la actualización del proyecto nacional polular y la superación de la etapa que llamó en los años 1984 -1985 Alvaro Abós desde las páginas de “Unidos” el “posperonismo”. En aquella época Abós, junto a Horacio Gonzalez, José Pablo Feinmann y otros trataban de analizar las razones del descalabro del peronismo: los signos de la derrota electoral de 1983, la acción del peronismo en la dictadura y un balance autocrítico de la década del 70 se sucedían en aquella publicación que intentaba al mismo tiempo encontrar una salida en el pantano en el que se encontraba el peronismo. Conocemos la resolución del problema posteriormente, que se zanjará con las elecciones internas de 1989 entre Menem y Cafiero para elegir el conductor del PJ de cara a las elecciones presidenciales de ese año y sumirá por una década al peronismo y al país en la entrega nacional que se llamó: El Menemismo.
Abós señalaba que tres fechas posibles para el surgimiento del posperonismo “el 1º de julio de 1974, fallecimiento de Perón, o el 20 de junio de 1973, cuando el proyecto que sustentó aquel retorno reveló sus grietas, o el 24 de marzo de 1976, cuando culminó la agonía del intervalo constitucional”, desde entonces el peronismo se había convertido no ya en el lugar “natural” de la clase trabajadora, ni la fuerza que podía contener a aquella “ juventud maravillosa”, ni la construcción histórica para la liberación nacional, personajes como Celestino Rodrigo, Isabel, el brujo Lopez Rega, Luder, Herminio Iglesias, el Loro Lorenzo Miguel, Cafiero, Triaca, Grosso, Menem, etcétera, etcétera, demasiados etcéteras dibujaban un mapa incierto, eso era el posperonismo. Abós ve, percibe mucho antes el descalabro menemista, y algunos formaran al tiempo como alternativa el “Frente Grande”, ya conocemos la historia así que la salteamos o volvemos otro día, pero como adelanto diría que algo del fin de los transversales había sido heredado del Frente Grande – Frepaso. Abós en esos años (1984-1985) adelanta el marco en que el posperonismo “desarrollará su crisis: ¿será un marco democrático? ¿será un neoautoritarismo?; ¿será la dependencia externa?; ¿será una experiencia de replanteo independiente?”, y lo interesante de esta mirada es que el marco donde se desarrollará la crisis no es solo el peronismo sino que esta crisis es algo que sumirá a toda la nación, si algo hemos aprendido que lo que suceda en el país estará ligado de una forma u otra al devenir histórico y a la acción política del peronismo. En aquel balance Alvaro Abós evaluaba “Lo que el peronismo ya no es” , “Lo que el peronismo todavía es” y “Lo que el peronismo aún puede ser” . Así bosquejaba la situación Abós:

Lo que el peronismo ya no es
- Una fuerza conducida por un caudillo carismático.
- La expresión automática de la mayoría electoral.
- Una fuerza política que tiene como decisiva parte integrante a unas fuerzas armadas de sentido nacional y sanmartiniano.
- Una fuerza política que descansa sobre una vasta clase obrera.
- Un movimiento político compuesto por sectores populares diversos unidos por una solidaridad básica, elástica e inmutable.
- La fuerza política central de la sociedad argentina, receptáculo natural de sus expectativas y anhelos.
- El soporte y la encarnación de un dispositivo que la literatura política del nacionalismo popular llamó el “movimiento nacional”.

Lo que el peronismo todavía es

-La identidad política central de la clase obrera.
-Un encadenamiento de memorias, prácticas y tradiciones ligado a la cotidianeidad política de los argentinos que, en buena medida, opera ya fuera de los límites del peronismo hoy existente, aunque es en él donde aún tiene sus raíces más densas.
-La expresión política con mayor virtualidad para canalizar la oposición de los sectores populares al establishment.
- La expresión política con mayor virtualidad para encarnar una de las ideas-fuerza más incuestionables de este fin de siglo: la unidad y solidaridad latinoamericana.

Lo que el peronismo aún puede ser
- Una expresión política moderna, democrática y homogénea, con una fuerte implantación sindical, que recomponga, en un futuro mediato, una relativa mayoría lectoral sobre la base de articular las demandas de transformación social y liberación nacional que operan en la sociedad argentina.
Un complejo cúmulo de causas externas e internas han reducido a esta módica posibilidad las expectativas del peronismo. Y aún así, no es poco lo que ofrece. Auque sólo se trate de las cenizas de aquellos irrepetibles fuegos de octubre.

Resulta muy interesante como el autor pone “sus fichas” en el movimiento obrero, cierta esperanza o reservorio capaz de realizar el recambio y la limpieza de las viejas estructuras del peronismo. A la distancia se puede ver como aquella idea luego se desvanecía con un Menem pegando duro en la estructura laboral e industrial de la argentina. El paso de una economía productiva a una de servicios, transnacionalizada y con una fuerte presencia del sector financiero, deshizo prácticamente la industria nacional al abrir incriminadamente las importaciones, y promoviendo la cooptación, el descrédito y el debilitamiento del movimiento obrero organizado, allanó el terreno para aplicar un modelo de achicamiento del Estado en la economía nacional a través del nefasto proceso de privatizaciones que dejó como epilogo altísimos índices de desocupación y pobreza que aún hoy soportamos todos los argentinos.

La etapa post peronista como la llama Abós se extendió más de lo que los mismos peronistas hemos querido, el PJ y todas las estructuras de masas fueron cooptadas por el discurso y la práctica neoliberal. Los peronistas hemos luchado hasta ahora contra nuestro mismo partido porque como Eva Perón nos alertó que “el peronismo será revolucionario o no será nada” y nos enseño aquello que “un funcionario que se sirve de su cargo no es compañero es un oligarca”.
En todos los frentes esta lógica egoísta y antipatria estaba a la hora, en los barrios con la politiquería de los punteros y dirigentes corruptos, en los ministerios se vendía el país al capital foraneo, en la sociedad y en los medios de comunicación la frivolidad y la superficialidad dominó el imaginario y la memoria popular. En toda la década del 90 la militancia peronista prácticamente desaparece. Lo que no habían podido hacer los enemigos del pueblo Menem “Lo hizo”, las organizaciones del peronismo PJ, JP, JUP, UES, Rama Femenina y el Sindicalismo, se convierten meros armados “electoraleros” a sueldo sumidos en una ideología que pensaba a la política, el bienestar social, la justicia, y la soberanía nacional como mercancías para comprar y vender en el mercadeo mundial. Recién al fin del gobierno de Menem y DeLa Rua se ve una vuelta a la política de una nueva Militancia que surge de la misma crisis y que renovaran a la política y a los partidos. Movimientos de desocupados, asambleas barriales, fábricas tomadas, movimientos barriales solidarios, son solo algunos de los nuevos exponentes de esta nueva militancia que aún incipientemente han ido ganando espacio y fuerza dentro del “movimiento nacional” con la llegada de Nestor Kirchner a la presidencia en el 2003. De está confluencia, entre lo que nació de la crisis y lo que se estaba muriendo, el “pejotismo” el “postperonismo”, surge el “kirchnerismo” o mejor dicho “la actualización del proyecto nacional popular”. No es, como creen algunos sectores de la izquierda jurásica, la burocratización y la derechización de los movimientos que se expresaron en el 2001, sino la superación de una “multitud” fragmentaria, heterogénea y cíclica sin organización ni encuadramiento, incapaz de llevar adelante cambios estructurales que necesitaba el país. Tampoco es como sostiene “Clarín” y sectores del nuevo gorilaje que estos sectores son la “fuerza de choque del gobierno” o como les gusta decir que, Nestor Kirchner, se apoya de forma oportunista en las nuevas expresiones políticas militantes que llaman “piqueteros K” por mera “debilidad” o “soledad en el poder”. Kirchner es el puente ideológico y generacional entre la “juventud maravillosa” de los años 70 y la juventud de la dignad nacional que volteo a piedrazos la infamia neoliberal. Es también el legítimo referente de la juventud que luchó por la justicia social con las armas en la mano y por la reconquista democrática, que conoce la vida política y partidaria, el juego de los partidos políticos, la lentitud de la justicia, la corrupción de los funcionarios públicos y el estancamiento de las instituciones democráticas. Nestor y Cristina son los presidentes del Bicentenario de la patria, que ocupan el lugar que la historia y el pueblo argentino los ha puesto para llevar adelante el plan y el sueño de los hombres de Mayo.

La decisión de Kirchner de asumir la conducción del PJ es una de las conquistas políticas mas importantes en nuestra historia reciente. La recuperación de la herramienta que fundara el general Perón es volver a la identidad política y la fuerza simbólica que están aun latentes en el imaginario popular y en la golpeada clase trabajadora nacional. La vigencia del ideario peronista y las añoranzas del pasado heroico no alcanzan por si solos para dibujar un cuadro de situación y un presente“aceptable”, lo que se tratará a partir de ahora es de dinamizar y refundar el peronismo con las nuevas experiencias, luchas y anhelos populares que se forjaron en estos 26 años de vida democrática. A los valores heredados en la lucha por Justicia Social, Liberación Nacional, Soberanía Economía y política se suman la lucha por dos Derechos Humanos, la conciencia del lugar que ocupa la Argentina en la región, en el bloque del MERCOSUR y con otros países de hermanos del continente, el reconocimientos de los pueblos originarios, las cuestiones de género, la ecología, la protección de los recursos naturales no renovables y otros derechos y reclamos que la humanidad va desarrollando en la búsqueda de felicidad y libertad plena.

La Paradoja en el anecdotario Jauretche-Cooke y en el Pensamiento Político Argentino

Juan José Olivera 2003-2004.Este texto se publico en una versión adaptada en "Pensar John William Cooke" de Miguel Mazzeo, Miguel Suárez, Editor. Tambien fue presentado en la versión de ponencia en la I° Jornadas de Pensamiento Politico Argentino en la UNR, Rosario, Santa Fe.


Temario


- Presentación.
( I ) Introducción a la paradoja.
( II ) La paradoja en el anecdotario Jauretche-Cooke.
(III) El influjo de los textos, el PRT-ERP y la paradoja Gramsci.
(IV) La paradoja abierta.

Presentación

Este trabajo es claramente iniciático y es un posible resumen de interpretación subjetiva de las clases de la materia Pensamiento Político Argentino que dictó el profesor Horacio González en el primer cuatrimestre del 2003 en la carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires.
No pretendemos quitar universalidad a toda la producción política nacional sin embargo buceamos en las aguas conocidas de lo cercano y lo cotidiano que reflejan la posibilidad de la cultura propia o apropiada. En la producción humana es difícil delimitar su alcance, sobre este punto vale revisar con gusto Retórica y locura de Horacio González.
Intentaremos vincular constitutivos básicos del pensamiento político argentino, es decir rigurosidades no definitorias que se expresan con cierto grado de permanencia inherente. Tipos recurrentes que delimitan la reflexión y la acción política de estas tierras, elementos manifiestos o latentes que forman parte del anecdotario nacional y de la vida cotidiana de una cosmogonía política Argentina, modos de acción. Estos elementos que nos atrevemos a citar de forma no sistemática forman parte seguramente de los estudios previos de los diferentes expositores que acudieron a la cátedra y que de forma libre tomamos. Así, drama, invariante, tragedia, mito, maldición, metonimia, anatema, exhibicionismo, ocultismo, esoterismo, traiciones y tradiciones, y agregamos a propio modo la paradoja, ya son temas planteados en las clases del profesor González y constituyen la batería que compone su entramado estudio sobre la teoría política vernácula.
Trataremos aquí puntualmente La paradoja, pero con la intención de abrir una investigación posterior, más amplia, dentro del campo comprensivo, que tome también los otros constitutivos del pensamiento argentino para sondear una posible Ciencia Política con rostro local, hasta ahora faltante, subyacente o no sistematizada, depende de donde se lea. Para comenzar este trabajo y de modo ejemplificativo es que comenzaremos con una paradoja de Perón que abrirá otros ejes dentro de la critica que le hará Arturo Jauretche al mismo líder que se enmarcarían en la fetichización de los liderazgos carismáticos y en el personalismo. Abordamos la obra de dos hombres contemporáneos entre sí que ocuparon, a grandes rasgos, el mismo lugar de militancia, el peronismo; y los nombres enigmáticos y ya iconizados de Arturo Jauretche y John William Cooke. Tantearemos las paradojas que atan al anecdotario de sus intrincadas vidas y algunos desencuentros que los ponen a ambos en lugares incomodantes, es decir más allá de donde quisiera congelarlos el instante fotográfico del icono. Por otro lado cabe a modo transversal la pregunta de por qué aparece un Jauretche canonizado por lo que podría ser la historia oficial del peronismo y un Cooke descartado como muestra Miguel Mazzeo en su “Cooke, de vuelta”.
Finalmente ante la pregunta si es posible un pensamiento argentino, y es la misma pregunta que le cabe a la filosofía alemana o francesa, la racionalidad y la tentación dirían: debe ser pensamiento o filosofía “en”, pero la realidad también construye discursos y matices diferentes. A ningún profesor de filosofía se le ocurriría decir Filosofía en Alemania, aunque los inventores, según dice la historia, fueron los antiguos griegos. Así que mirando más allá y con el cuidado de caer en ciegos nacionalismos artificiales, rótulos patrioteros, restringidos localismos, dudosas autoctonías, iniciamos este recorrido, con la certeza orgullosa de que hay obra, por el pensamiento político argentino sin mayúsculas.
También repasaremos al italiano Antonio Gramsci en sus “recopiladas” Notas sobre Maquiavelo traducido por José Aricó, para revisar una paradoja, que finalmente dejaremos abierta, como no puede ser de otro modo con una paradoja. Esta será la gravitación de Antonio Gramsci en el pensamiento de la izquierda Argentina que ha iniciado una relectura del italiano y es también la paradoja de la relación de la misma izquierda y de los círculos intelectuales con los textos.
Esta ultima paradoja se encuentra en las notas del trabajo sobre Mario Roberto Santucho en el libro de Maria Seoane, Todo o nada, donde entrevista a Julio Santucho, un viejo militante hermano del dirigente máximo del PRT-ERP. Esta paradoja quedará abierta a riesgo de provocar tal vez la misma desazón que esos extraños libros de dudosa calidad surrealista que tienen una sola palabra por hoja, o quizás sea tan maravillosa como la inclusión del lector en una sociología popular que hace Jauretche en su “Manual de zonceras argentinas” donde en sus ultimas páginas deja un lugar libre para que el lector se convierta así en sujeto y escritor. Aunque también este manual puede recaer en la critica a los manuales, y las líneas punteadas que simulan renglones para que escriba el lector recuerden a las fichas de compresión de texto que traen los manuales de los colegios de nuestra educación primaria y secundaria. Corriendo con estos riesgos dejamos abierta la posibilidad de encontrar más paradojas argentinas a algún posible lector de este trabajo y la reflexión que obligan ciertos textos en la política. Todo esto recordando el debate que se cierne actualmente en torno al libro de Toni Negri y Michael Hard, Imperio o al de John Holloway Cambiar el mundo sin tomar el poder, y la calificación como un texto peligroso en los círculos intelectuales y militantes.
Para dilucidar este problema es que incurrimos en la paradoja que nos inserta Julio Santucho como representante de una generación y de una zona épica de la historia Argentina. Con la fuerza simbólica que carga tanto el apellido como las siglas de su partido, son trazos garabateados en alguna pared mojada una y mil veces por la lluvia de la historia hasta volverlos traslucidos, enigmáticos y casi invisibles pero no por eso olvidados, si es verdad la afirmación de Rodolfo Walsh que las paredes son la imprenta del pueblo y si confiamos en que los pueblos no olvidan. Signos en un suburbio de Buenos Aires- aureolas de aerosol de FAR-Montoneros que llaman a los vecinos de la ex Grafa hoy Wall Mart de Villa Pueyrredón a votar por Cámpora, tenues pigmentos del ferrite adheridos a las grietas descascaradas donde florecen pastos dejando entrever una tenue estrella con un imperceptible y extraño ERP 22 en un pasaje cercano a la estación de San Martín- tal vez sólo puede quedar pasado el humo de aquellos debates, y aquellas sangres donde se ponía todo en cada idea. Sin embargo aún quedan las paradojas del influjo de los textos, la recurrente y respetable por donde se mire pelea por la idea, pero muchas veces también, esta vez sí, peligrosamente exagerada o inmovilizadoramente dogmática.



( I )

Introducción a la paradoja


“ Nadie en esa multitud me reconoció. Me sonreí pensando que de haber pasado una columna adversaria gran parte de ella me hubiera identificado, para agraviarme. Y esa situación paradojal, de ser desconocido por mis amigos y conocido por mis enemigos, me confirmó en aquellas reflexiones políticas que he dicho antes y en la certidumbre de que una nueva Argentina, de carne y hueso, estaba de pie.”

Arturo Jauretche “Los profetas del Odio”, Montevideo 1957.


“...estamos ante la paradoja de que el PCA, aliado indispensable por sus vinculaciones con el socialismo internacional y con el de Cuba en especial, adopta una línea de acción que retarda el avance e integración de las masas. O sea que el prestigio que automáticamente le agrega la radicalización de la Revolución Cubana, sirve para frenar las tendencias similares en el orden interno de la R.A.”.

John William Cooke “Aportes para la crítica del reformismo en la Argentina”, La Habana 1961.


Como atrapar una paradoja

Concebimos a la paradoja como una manifestación de no lugar espacio-temporal determinable instantáneamente, algo que trasciende el juicio a priori o inmediato del presente. Que más allá de la crítica se expresa con signo propio, con su propia coherencia. Contradicción aparente que contiene su propia lógica. También es la posibilidad misma que tiene de negarse un enunciado así mismo, a lo largo del tiempo y del espacio, pero sin perder el sentido de la acción primera. Así su enunciado primero y su contradicción aparente secundaria estarían enlazados en un juego con alcances metafísicos y racionales al mismo tiempo.
La paradoja es Metafísica, porque su sola mención explica, por si misma, la relación que la ata a una posible acción, y racional porque no niega la explicación y la fundamentación de una y otra acción desarrollada en tiempos y espacios distintos, uniéndolas ambas en una relación de lógica racional. Palabra del griego para (contra) y doxa (opinión) que sería una contra opinión de su expresión primaria, que vista talvez como un hecho contradictorio racionalmente o metafísico por algún observador, contiene al mismo tiempo una lógica racional no contradictoria para el mismo actor. Esto no quiere decir, que tal vez hasta el mismo autor de la acción asigne la explicación de un hecho paradojal a cuestiones metafísicas y hasta trascendentales.


A modo de ejemplo, una paradoja Imberbe.

Estando en Madrid, en una carta al movimiento peronista con motivo de la muerte del Che Guevara fechada el 24 de octubre de 1967, Perón hace un paralelo entre su posición frente al golpe de estado de 1930 y una supuesta adhesión de Guevara a una conspiración golpista en 1951. Perón dice:

“He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo fuera cierto que en 1951 haya estado ligado aun intento golpista, ¿qué edad tenía entonces? Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Irigoyen. Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Vaya si el “Che” los enmendó¡”

Aquí dos posiciones aparentemente desencontradas se aúnan en un interés común final que enmienda los yerros de juventud. Perón en la misma carta cuenta que él dio en 1954 “personalmente” instrucciones a la chancillería para facilitar el éxodo de Guevara ,“ese valiente joven argentino”, a México cuando en Guatemala caía el “gobierno popular de Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis”.
Proponemos a partir de esta mirada subrayar lo que podríamos señalar como encuentros paradojales en la historia y como a partir de estos hallazgos hacer lecturas entre líneas que demarquen semblantes y perfiles, acciones justificadas y concepciones no evidentes sino subyacentes. Semblanzas posibles de encontrar abordándolas por una lectura amplia de las paradojas. Podríamos decir que en esta carta a modo de ejemplificación se nos abren tres paradojas:

1- La paradoja de verse Péron como el “continuador” de la obra de Irigoyen sin negar su participación en el golpe del 30.
2- Una lectura particular sobre la juventud, sobre la posibilidad de yerro por juventud, por inexperiencia, pero al mismo tiempo tiene el lugar asignado de la valentía y el heroísmo en la lucha. La carta con motivo a la muerte del Che y la sentencia “estúpidos imberbes” que divide en dos la Plaza de Mayo en 1974 forman parte de misma concepción, que parte de una visión que se puede expresar de forma “paternalista”, poniéndolo al mismo Perón, ante la figura de Irigoyen en joven imberbe de 1930.Comentario aparte merece la mención de imposibilidad de autonomía y reconocimiento propio, más allá del lugar asignado por el “padre”del movimiento a los jóvenes, lecturas celadoras y búsquedas de orden social. Aparece aquí la dificultad de las siglas, de las que socarronamente escribe Néstor Perlongher, una relación donde MPM (Movimiento Peronista Montonero), EM (Ejercito Montonero), PM (Partido Montonero), UBC (Unidades Básicas de Combate) o PA (Peronismo Auténtico) forman parte de la hojarasca del tiempo y de una imposibilidad evidente para el lugar reservado que le había asignado el líder a estos sectores juveniles del movimiento, meras, difusas, e indefinidas, “formaciones especiales”.
3- Una paradoja del no lugar o de los nombres cambiados, que trataremos más adelante cuando abordemos las paradojas de John William Cooke, ocupa una referencia al Partido Comunista Argentino (PCA) y que está presente también en esta carta.
Escribe Perón:

“Ya me han llegado noticias de que el Partido Comunista Argentino, solapadamente, está en campaña de desprestigio. No nos debe sorprender ya que siempre se ha caracterizado por marchar a contramano del proceso histórico nacional. Siempre ha estado en contra de los movimientos nacionales y populares. De eso podemos dar fe los peronistas.”

Perón sale al cruce de una campaña de difamación y vale la pena aquí ver una de las cartas que le envío Cooke con motivo de la muerte del Che. Es también la época donde Cooke da la enorme bofetada teórica a una izquierda inocua y a una derecha miope, al exclamar “en la Argentina los comunistas somos nosotros, los peronistas”. Una época extraña en la misma relación Perón-Cooke porque aunque el general no contesta las cartas, este parece oír sus consejos, y el “De eso podemos dar fe los peronistas” se inscribe en la misma lectura que hace Cooke, creando un nosotros capaz de juzgar; decimos esto porque somos los revolucionarios.
Por otro lado resulta interesante leer un Perón que clarifica su postura frente al socialismo:

“Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio.”

Perón, para terminar remarca la critica que Cooke le hace a la izquierda argentina al llamarla la “amenaza teórica”, y muestra la misma visión redentora de la victoria final que se encuentra en el pensamiento de su único delegado personal:

“Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a las nuestras; pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y la razón histórica que nos asiste”.

Hasta ahora intentamos presentar las paradojas, ejemplificar su significado y un posible modo de lectura de la acción política, ahora avanzaremos con las paradojas que atan a algunos actores del drama político argentino al anecdotario y sus debates ante el influjo de los textos y las teorías políticas.



( II )

La paradoja en el anecdotario Jauretche-Cooke



El icono enfrenta al personaje


Las paradojas que nos planteamos no tienen la pretensión de investigar alguna zona oculta o desconocida en especial sino hacer una reflexión sobre la acción de forma casi anecdótica. Son paradojas de no lugar, de lugar cambiado, que sitúan en diferentes lugares a sus actores. Como la contracara del icono, repasamos la obra de Cooke y Jauretche en la paradoja que los ata al anecdotario de ser figuras paradigmáticas dentro del peronismo. En el caso de Cooke la paradoja de haber tenido una inquebrantable lealtad a Perón y ser el gran descartado de la historia Argentina y del peronismo; y en el caso de Jauretche la paradoja de haber sacado los pies fuera del plato, enfrentarse a Perón pero ser recuperado y llegar a formar parte de lo que se podría llamar, la historia oficial del peronismo.

Los nombres de John William Cooke y Arturo Jauretche forman parte ya de los íconos políticos, culturales e intelectuales argentinos. A uno y a otro se los ha puesto a jugar experiencias en diversas luchas, a veces conjugándose en un mismo signo y a veces tomados por separados pero sin negar uno por el otro. Muchas veces con cierto oportunismo y otras con verdaderas buenas intenciones se traen estos nombres a modo de reconocimiento, como se homenajean las sepulturas o el panteón de los héroes, pero sin profundizar en su pensamiento ni en su obra. Es cierto que dentro de la llamada historia oficial, en la historia contada para las masas, los nombres aquí llamados no figuren en el registro habitual de los argentinos. Guillermo Cieza escribe burlón sobre el tema un articulo con el título aclaratorio Cooke no es una marca de jeans y si no lo hubiera nombrado el grupo de rock Los Piojos a San Jauretche, tal vez, a Nueva Dirección en la Cultura jamás se le habría ocurrido hacer una muestra sobre Don Arturo en la mismísima Sociedad Rural de Buenos Aires logrando incluso la reedición de sus libros y con bastante éxito en la cantidad de publico que asistió a la muestra Basta de Zonceras.
Este lugar negado por la historia para ciertos nombres provoca justamente la necesidad de llamarlos como desafío, como bandera o estandarte diferenciador para la lucha, íconos prohibidos y revolucionarios que recorren el imaginario del combatiente. Sin embargo poco dicen del icono más allá de la estampa, de la sugerencia epigráfica que acompaña a la foto, y puede pasar incluso que juegue el icono la partida que jamás haría el hombre verdadero. Esta es quizá la paradoja que separa al hombre del icono y evidentemente el icono deja de tener sentido dentro del área personal e histórico del personaje más que por el influjo estigmático o desafiante del solo nombre o de la mera efigie. El icono es lo que quiera decir el sujeto portante, no tiene ya importancia lo que quería decir el sujeto, eso quedó para el momento pasado cuando el hombre era abordado por el lente de la cámara.


Inclusión al anecdotario

Partimos de la paradoja de encontrar a un Arturo Jauretche crítico, enfrentado duramente a la figura de Perón, que se atreve a “poner los pies fuera del plato” del movimiento peronista integrando las listas del frondizismo, alguien capaz de descifrar el enigmático juego de Perón, como cuenta Norberto Galasso en “Cooke, de Perón al Che”, donde alerta al mismo Cooke de la constante política “pendular” del general. Un Jauretche fundamental para la indagación teórica del peronismo, execrado por su líder a tal punto que en su muerte no apareció una sola nota del conductor del movimiento con que tanta pasión había defendido y su cajón fúnebre será cubierto por una bandera celeste y blanco de Montoneros. Es la paradoja de un Jauretche reconocido finalmente en épocas pos-menemistas por la oficialidad del peronismo, con una gran cantidad de agrupaciones y unidades básicas que llevan su nombre, con grandes carteles y marquesinas en la Sociedad Rural con la imagen del fundador de FORJA.
Por otro lado un Cooke también crítico pero desde el lado de la teoría pensando como transformar el movimiento peronista que era potencialmente revolucionario por su composición fuertemente de clase trabajadora, en un partido verdaderamente revolucionario. Un Cooke que jamás irá contra el líder, que jamás irá por fuera del peronismo, que se vuelve emblema de la Resistencia posterior al golpe militar de 1955, que viaja a Cuba y entabla amistad con el Che Guevara, llegando a convertirse en un aliado para una futura lucha continental donde el peronismo tendría su lugar como movimiento de liberación nacional pero que a diferencia de Jauretche lentamente su figura se irá opacando. Cooke muere el 19 de septiembre de 1968 en la misma época que las FAP lanzan su bautismo de fuego en Taco Ralo, un año después de la muerte del Che y uno antes del Cordobazo, hito nacional que marca el nacimiento de la llamada nueva izquierda de la cual indudablemente era un referente. Tanto de las primeras experiencias guerrilleras como del sindicalismo combativo y la formación de esa nueva izquierda nacional, hubiese tenido mucho para decir Cooke, porque muchos de los que participaban en esos agrupamientos habían militado, tenido contacto en algún momento o habían sido influidos por sus ideas. Entre los que más abrevaron en su pensamiento fueron las FAP y las FAR, sin embargo, pocos fueron los que lo tomaron como fuerte aporte teórico y práctico la experiencia cookista, sobre el tema en el libro que compila Miguel Mazzeo, Cooke, de vuelta, Gabriel Fernández cuenta:

“ sobre comienzos de los setenta se observa una discontinuidad entre el cookismo y la Resistencia en general con respecto a las direcciones de las organizaciones revolucionarias. La Juventud Estudiantil Católica, entre otros sectores que van a participar de la dirección de Montoneros, desconocen la lucha dela Resistencia, la reivindican de manera abstracta, casi no entran en contacto con Cooke, con Alicia Eguren, con Rearte, con muchos compañeros decisivos del periodo. En algunos casos por la edad, pero en general porque existió una zanja o una distancia social entre los nuevos dirigentes y los viejos.”

Por otro lado era evidente que la parte del peronismo a la que Cooke llamaba “la burocracia” menos iba a reparar en su figura a no ser para desacreditarla como “infiltrado”, “comunista” o “subversivo”. Además es una época de lucha interna dentro del peronismo y cada nombre se vuelve distintivo para cada sector. La derecha luego asociada ya a la triple “A”, será la soga de azote que se escuda en el aparato estatal del gobierno de Isabel Martínez de Perón con un oscuro y sanguinario López Rega asechando las vidas de intelectuales y militantes vinculados a la izquierda peronista y marxista. Finamente el golpe de estado y los años de la dictadura taparon hasta ahora con un velo invisible los debates y las figuras de estos dos personajes.
Las paradojas nos llevan así a encontrar una situación extrañas donde debemos ser cuidadosos para comprender el significados de porque se ubican cada una de estas en el lugar que les va asignando la historia. Cooke siendo hasta el ultimo de sus días leal a Perón, con toda la carga que tiene esa palabra dentro del movimiento no pudo y no le interesaba sacarse el estigma de “marxista”, tan consecuente y crítico como su adhesión al peronismo. Quizá esta sea una de las razones por las cuales la gravitación de Cooke no se registre prácticamente dentro del peronismo, salvo en pequeños sectores intelectuales de izquierda.


Gauchipolítica desarrollista o leninismo nacional

El pensamiento de Jauretche dentro de su forma, como lo llama Horacio González “gauchipolítica desarrollista”, no hace hincapié en la conformación de un partido de clase como deja entrever Cooke en un leninismo inocultable, se atreve a descifran la sociología criolla y las zonceras de la pedagogía del oprimido como diría Paulo Freire, presentando el problema de la dependencia externa pero sin discutir el ordenamiento del capital y la burguesía nacional. En los Profetas del odio de 1957 en el apartado que mantiene hasta por lo menos la edición de 1973, Estrategia de la lucha por la liberación nacional y la justicia social, Jauretche señala:

“ Ni el proletariado, ni la clase media, ni la burguesía, por sí solos pueden cumplir los objetivos comunes de lucha de liberación nacional. El movimiento debe revestir la forma piramidal que tuvo en su origen y que es típica de todo proceso de liberación, y su fragmentación horizontal puede dar apariencias momentáneas de popularidad que oculten la disminución de sus posibilidades concretas de poder”

Tal vez sea más acorde la visión jauretchiana para el modelo teórico y cultural que precisa, al menos hoy, el peronismo o sus dirigencias. No sabemos si es un modelo definitivo, ni siquiera si necesariamente es un modelo. Tampoco sabemos si este revisionismo es solo un icono que mantendrá el peronismo por un tiempo o formará parte de una verdadera relectura de las fuentes en donde se zambullía la generación del 70. Más allá de está discusión, nos parece esclarecedor ver la posición de Cooke sobre la imposibilidad de relanzar el frente policlasista del 45 y sus críticas:

“Lo que en 1945 había sido una concentración de poderío mediante la amalgama de fuerzas diversas, se transformó en causa de nuestra debilidad, cuando estas tendieron a chocar”

La compilación de Miguel Mazzeo resulta interesante porque se llama Cooke, de vuelta (el gran descartado de la historia Argentina). No es que este olvidado, oculto, muerto o negado. No. Está descartado y esa condición explica tal vez el por qué de su desaparición. Las razones por las cuales se ha descartado a Cooke y se ha recuperado a Jauretche son varias como vimos a partir de desarrollar esta paradoja. Cooke hace de su vida una experimentación trágica, insoportable, voltea los dogmas de las iglesias culturales y políticas que generó el pensamiento argentino y su política va por lados inesperados, es también una política maldita, en la compilación de Mazzeo, dice Horacio González:

“Cooke no puso distancia, elaboró el derecho propio a estar en diferencia pero en el corazón mismo de lo que quiso transformar. En vez de ser el que venía a negar un nombre propio preexistente que debía estallar por desuso histórico, fue el que invocó ese nombre propio como su identidad previa y a partir de allí proclamó mutaciones. Fue peronista y fue marxista como quién realiza desde el interior de la política, y lo realiza en su propia carne, una trágica experimentación consigo mismo.”

Pero no cabe duda que en este tiempo tanto el pensamiento de Cooke como el de Jauretche son imposibles. ¿Qué político hoy día está pensando en combatir el coloniaje cultural o llama a la lucha por la revolución para la liberación nacional? ¿Qué diputado dirá algo contra un negociado con el petróleo, una empresa privatizada o se negaría a establecer un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos? ¿Quién se atreverá a decir hoy patria o muerte, mengano o muerte, o cualquier cosa que implique la posibilidad de perder la vida o la bolsa? Y si hubiera alguien que lo dijese ¿quién lo seguiría? .
José Pablo Feinmann en su cuento“Digamos Boludeces” relata un rencuentro de antiguos militantes setentistas. Donde luego de pasar revista y de contar los amigos “boleta” uno de los comensales propone decir boludeces. Así repasan entre los brindis de champagne todas las consignas políticas de aquellos años que van rematando con un ¡que gran boludez ¡. Hasta que alguno de ellos se levanta ofuscado y les dice ¡ miserables, con algunas cosas no se jode ¡ Todos se van y el único que se queda es el personaje que se había levantado asqueado de la frivolidad de sus compañeros, pero este es el boludo. Porque se mandó la gran boludez de la noche –cuenta el autor-, la enorme boludez de esa noche. Tuvo que pagar la cuenta.
Como en este cuento de Feinmann aún existen varias cuentas por saldar, críticas y muchas autocríticas que no se han realizado. Quizá revisar las obras de Cooke, Jauretche y otros tantos ayude a desarrollar estas críticas sin descartar nada, ha descifrar errores.


La paradoja del lugar cambiado


Ahora rastrearemos en la figura de Cooke la paradoja de lugar cambiado que asecha el drama de su vida que lo lleva a sentenciar que en la Argentina los comunistas somos nosotros, los peronistas. Su drama está cruzado por varios lados, participa del movimiento peronista que tiene el potencial revolucionario y es el más alto nivel de conciencia a que llegó la clase trabajadora Argentina, pero que es al mismo tiempo un gigante invertebrado que carece de una teoría revolucionaria y una conducción clara, que se debate entre el tremendismo revolucionario y la inacción de la burocracia. Pero sabe bien que el peronismo es quién tiene el potencial emancipador y que solo “podrá desaparecer cuando deje de expresar reivindicaciones nacionales y populares y otro movimiento lo releve con ventaja; o cuando él mismo evolucione hacia algún tipo nuevo de nucleamiento que lo supere dialécticamente, es decir, negándolo para integrarlo en una síntesis”.
Por otro lado debe dar una pelea por los significados en el plano nacional dentro del peronismo que aún no comprende los cambios en el mundo pero también fuera. A Cooke le preocupa un peronismo que no alcanza aún a divisar los alcances de las revoluciones nacionales, el proceso de descolonización, la revolución cubana, el problema chino-soviético y el giro a la izquierda de la juventud y de las clases medias, desea disputarle la propiedad del marxismo al PCA al que incluye en los confusionismos en que está inmersa la argentina y además quiere enrolar al peronismo como movimiento de liberación nacional en una estrategia de liberación continental. Escribirá a Perón una carta fechada en julio de 1961 una corrosiva frase donde expondrá su drama y paradoja pero al mismo tiempo su fuerte materialismo marxista:

“Hay cruzadas civiles y religiosas, discursos de toda clase de gente previniendo contra el comunismo. Pero como los comunistas se limitan a postular para el futuro impreciso su revolución y mientras tanto son partidarios de las libertades democráticas y de la convivencia con la burguesía, los únicos que positivamente pueden dar por el suelo con el capitalismo imperialista somos los peronistas, cuando más humildes de condición más peligrosos. O sea que los comunistas somos nosotros, en ultima instancia, porque no somos una amenaza teórica sino una posibilidad práctica”

En esta carta se puede observar claramente también el influjo del pensamiento del Che Guevara y también del marxismo clásico de la tesis 11 de Feurbach, de que “hasta ahora los filósofos han tratado de entender el mundo, a partir de ahora se trata de cambiarlo”. Cooke piensa en la insubordinación de la masas, en un espontaneísmo final que parte de algo sumamente organizado y planificado, pero que no es una revolución, como critica al PCA, que se hace “con regla y escuadra”, prefiere fracasar y morir con el Che Guevara que triunfar con el secretario general del comunismo argentino Victorio Codovila, y dice “por lo menos es más alegre”. Su humor desgrana paradigmas, suena terrible a toda razón, sin embargo va horadando y abriendo conciencias más allá de los miopes macartismos y de los marxismos berretas o vulgares de entonces. Cooke enfrenta así a unos y a otros. Entabla una amistad con el Che, redacta informes sobre el PCA a pedido del gobierno cubano, invita reiteradamente a Perón para se instale en Cuba, estudia y pide libros a su amigo Juan José Hernández Arregui para que se conozca la obra de otros intelectuales argentinos además de los de la revista Sur de Victoria Ocampo que dominaban la escena literaria Argentina. Nada mal para un conspirador en desgracia como se define en una hermosa carta que le envía a su mujer Alicia Eguren años atrás estando preso.


Un revolucionario se enfrenta a sus compañeros

En el anecdotario debería figurar también el enfrentamiento que tuvieron los dos personajes que repasamos y la paradoja que pone a uno de ellos en la situación de verse traicionando a sus más cercanos compañeros de lucha. Esto es parte del drama Cooke, donde siendo el delegado de Perón pasa de sostener una posición insurreccional y abstencionista a organizar el pacto Perón-Frondizi y llamar a votar por el candidato de la UCRI en las elecciones de 1958.
La visión de Jauretche particular y crítica sobre la figura de Perón y la adhesión a la UCRI que lo lleva al llamado “concurrencismo” entre los que se encontraban también Raúl Scalabrini Ortiz contrariando a Cooke en su postura verticalista, el forjista expresa: “somos militantes de una causa, a veces el Hombre acierta, y a veces no acierta”. En una correspondencia al padre Hernán Benítez, donde observa que los pasos que da Perón no son los correctos dice: “tenemos que hacer una política propia desde el movimiento popular argentino, según los intereses del pueblo argentino”. Este planteo era inaceptable para Cooke porque significaba ir contra Perón. Debe aceptar el pacto y de mala gana convencer a sus compañeros de la bonanza del acuerdo con Frondizi, pero jamás puede pensar sacar los “pies fuera del plato” para integrar una lista no peronista. Pero Jauretche se reconoce como un viejo militante con otras experiencias y partido y pone la causa sobre el partido y los hombres, causa por la que a luchado “en el libro, en la prensa, en la acción política y con las armas en la mano”. En los Profetas del Odio dice así:

“De tal manera mi actuación en la política militante no ha estado regida por la adhesión a hombre alguno ni a ninguna estructura partidaria, sino en la medida que éstos han sido instrumentos de esa causa”... “Es así como en cada etapa de la vida nacional he combatido por quien o quienes eran más capaces de acercarse concretamente a la realización de la empresa, sin buscar pelos en la leche y exigir perfecciones imposibles”.

Por otro lado, para Cooke, más allá ser el encargado de las tratativas Perón-Frondizi y tener que enfrentarse con los sectores más combativos del movimiento como Andrés Framini, por la decisión de sostener la orden del general, su posición seguía siendo la de continuar y profundizar la resistencia del peronismo, cosa que no está clara en Jauretche aparentemente más dispuesto a encontrar salidas intermedias.


Dos contra adulones y burócratas de turno

Finalmente quisiéramos hacer notar un punto de encuentro pero desde una visión diferente, tal es el caso de la referencia a lo que podría ser el culto a la personalidad o el dominio de los adulones o burócratas de turno que existía dentro del gobierno peronista. La nota aparece también en “Los profetas del Odio, y la yapa” (este ultimo anexo que aparece a partir de 1967) uniendo con gran destreza y humor gauchesco la crítica al cambio de nombres a la toponimia auténtica a lo que llama “lamentable y ególatra emulación”, con un comentario del “Dr. Cooke” al mismo Perón en la presidencia. Y a riesgo de cansar con las citas, cito esta porque me parece una muy divertida y creo que perdonará la manía o el vicio a la referencia. Dice Jauretche:
“De la época es el cuento del paisano que en la esquina de Mitre y Pavón, en Avellaneda, le pregunta al vigilante por la calle Mitre.
-“¡Como Mitre...! ¡Eva Perón ...y es esta”, le señala el policía.
-“Disculpe... ¿Y Pavón cuál es?
-“¡Cómo Pavón! ¡Juan Perón...!”, lo reta el vigilante.
-“No sabía...” –explica el paisano-. “Como soy del Chaco”.
-¡Que Chaco... Provincia Perón! –le grita ya irritado el vigilante.
El paisano, intimidado, camina pocos metros en dirección a Buenos Aires. Está ahora, sobre el Riachuelo, en el puente y se recuesta a la baranda, pensativo y perplejo.
Se le acerca un marinero y le pregunta:
-¿Qué está haciendo, paisano?
El paisano, prudente y avivado ya, le contesta:
-Estoy mirando el Peronchuelo, señor...

Y prosigue Jauretche a modo de gran relator campero:
“y viene el caso aquí, con respecto al reiterado homenaje de los nombres de las calles que terminan por no tener sentido de tan repetidos, algo que el Dr. Cooke le dijo al mismo Perón en la presidencia: “Se ha abusado tanto de su retrato que ya no se lo ve; forma parte del paisaje como los árboles de la calle”.

Las paradojas de la historia Argentina harán que con la vuelta a la infamia y luego con la llegada de nuevas y más sangrientas dictaduras los nombres de las aquellas calles vuelvan a sus nombres originales, preferentemente los que llamaban a la memoria ecuestre y épica de la formación del estado nacional. Roca, Mitre y otros volvieron a pastar libremente sobre las trazas viales de la Argentina.
Sin embargo, con el tiempo la venganza de los funcionarios de gobierno y los consejos deliberantes de los municipios, ejecutarán el antiguo nombre y continuaran jugando malas pasadas a los automovilistas y a algún peatón despistado. Así hacen justicia y venganza, al mismo tiempo, los funcionarios públicos y los políticos que necesitan inaugurar algo para el comicio próximo. Para bien de muchos de nosotros, se me ocurre, y a pesar del mismo Don Arturo la antigua calle Eduardo VII de la localidad de Hurlingham en la provincia de Buenos Aires, terruño de donde salió el secretario de seguridad Juanjo Alvarez, lleva el nombre de aquel viejo forjista y es así como también podemos ver una retrospectiva de su obra en la Sociedad Rural, mientras tanto la sombra de Cooke se aleja fumando silenciosa, descartada, busca un futuro cercano, de frente. La paradoja irónica señalaría que el olvido preserva, mientras el bueno de Don Arturo cuelga de la marquesina, un funcionario del gobierno se apresta a copiar una cita del Manual de Zonceras Argentinas.




( III )

El influjo de los textos, el PRT-ERP y la paradoja Gramsci


Es cierto que mucho tiempo ha pasado ya de aquellas lecturas apresuradas, tal vez los actores tampoco sean los mismos pero la paradoja sobre la que nos movemos es sin duda producto del influjo que tienen ciertos textos. Asi Julio Santucho recordó en el libro de María Seoane “Todo o Nada” en una entrevista realizada en Roma en 1988, que :

“la primera escuela política del PRT se realizo en diciembre de 1970, en un Chalet alquilado en la localidad de Aguas de Oro en la Sierras Cordobesas. Uno de los primeros alumnos fue Hugo Irurzúm, que murió en 1980 en Paraguay cuando participaba del atentado que costo la vida de Anastasio Somoza. El programa era de lo más ecléctico y liberal. Se estudiaba filosofía y política marxista con todos sus clásicos; la historia de las revoluciones rusa, vietnamita, cubana, y china; la historia Argentina con énfasis en la guerra de la Independencia, de autores como Bartolomé Mitre. Luego los caudillos federales. En economía argentina se analizaban las obras de Aldo Ferrer y de Raúl Scalabrini Ortiz. Pero los textos de historia fundamentales los de Mitre sobre Manuel Belgrano y José de San Martín. Jamás se estudio a Antonio Gramsci, especialmente por que Robi pensaba que era la base teórica para el populismo de las FAR, o del revisionismo europeo al marxismo. En esa primera escuela que se repetirá hasta entrado el año 1976, con algunas modificaciones de contenido, por que era una de las obsesiones de Robi, hubo 120 graduados, quienes tendrían a su cargo desarrollar la estructura militante del PRT-ERP.”

Julio Santucho nos rebela un enigma, que puede llamarse el enigma Gramsci, en la izquierda Argentina. Cierta demonización, comprensible aunque no escape al ridículo, teniendo en cuenta que desde principios de la humanidad han existido relatos sagrados y blasfemos, textos temidos y codiciados. Podemos citar miles de ejemplos desde la inquisición hasta las hordas nazis quemando en una hoguera embriagante los libros de autores judios o comunistas, podemos recordar films como la novela de Humberto Eco llevada al cine, El nombre de la Rosa, o la de Ray Bradbury, Farenheid 451, o los tristes recuerdos de nuestros familiares y amigos preguntándose por la existencia de libros enterrados y quemados, en la ultima dictadura. Cantidad de libros han moldeado la conciencia de la humanidad, han existido libros para cada acto de la historia y por eso esta paradoja no debería tener sentido dentro de lo amarillezco o de lo novedoso, porque se inscribe en una práctica habitual de nuestro hacer humano. La alerta a la que estaban sujetos los militantes del PRT-ERP sobre un posible desviacionismo inducido por la lectura de Gramsci es comprensible en el marco histórico en que se daba esa discusión, donde además todo partido político tiene y necesita su lectura oficial de la realidad. Claramente este límite a la crítica o a la lectura es una actitud reprobable por donde se mire, pero lo que no sabían, aunque intuían como un natural peligro aquellos militantes, era la sola existencia anterior e independiente que subyace en la paradoja que es el poder incontrolable del mito texto.
Esta paradoja es también la paradoja de la izquierda Argentina, de sus miedos, de los miedos a los textos. Es la paradoja de un Antonio Gramsci temido por la izquierda en los años 70 pero venerado treinta años después; y también es la paradoja de una izquierda que continua teniendo miedo y demonizando textos que por lo general llegan de otros países y de otras experiencias, pero que al mismo tiempo es incapaz de generar textos propios con el mismo contenido mágico o mítico que los que reprueba.
Reconocemos en primera instancia nuestra debilidad por ciertos textos prohibidos, incluso por todo lo vedado, sea en la forma de curiosidad o interés, cosa que no reclamamos que sea transmisible necesariamente a estas otras expresiones políticas. Sin embargo creemos que el lugar de padecer estos textos se lo han puesto ellos mismos y a esta altura esto es mucho más que un síntoma. Resulta hasta risueño ver como responden algunos intelectuales de la izquierda a estos textos, podemos citar a Norma Nasif, intelectual del P.C.R llamando a enfrentar el pensamiento de John Holloway que expone en “Cambiar el mundo sin tomar el poder”, por ser la “Cuarta Espada del imperialismo”, o a un veloz Atilio Borón que desde una izquierda más “prolija” cercana al P.C.A, contesta con Imperialismo al libro de Toni Negri y Michael Hard Imperio.
La preocupación del PRT-ERP por Gramsci no quiere decir que no lo leyeran necesariamente, simplemente quiere decir que no es de lectura oficial de la organización y este tomar partido desde la teoría implica por un lado un hecho aglutinante y a la vez diferenciador. En general la izquierda se abroquela y se divide alrededor de lecturas distintas y la sola mención de ciertos textos merecen calificativos y rótulos invisibles e indelebles que pueden pesar por años en la memoria. Así las discusiones dentro de la izquierda han sido la constante reproducción de las diferencias más que la coincidencia desde sus principios fundantes y supuestamente comunes, por un lado, y por otro la incesante debilidad a armar cuerpos teóricos oficiales o manuales, que plantean ortodoxias diferenciadoras sin ser una producción propia sino una mera referencia al texto original o mala copia.
Cuando reconocemos nuestra debilidad por algunos textos prohibidos, es también la atracción a lo nuevo que no excluye la lectura crítica y fiscalizadora del presente y de la realidad circundante, pero la fascinación a lo raro y exótico es recurrente. En esto recae continuamente la izquierda argentina, exotismo. Cada tanto se alzan las voces de algunos, como les gusta llamarse, intelectuales orgánicos en el sentido gransciano, que dicen odiar, combatir, enfrentar y responder a pensamientos desviacionistas, peligrosos, aventureros, posmodernos o disgregasionistas que supuestamente postulan nuevas teorías o autores. Estos personajes son los que Jauretche llamaba “guacamayos amaestrados” o a los que Cooke les endilgaba el oficio de ser “fiscales de biblioteca” y son los responsables en gran medida de crear esta visión exótica de la izquierda porque en lugar de producir pensamiento e idea, están preocupados en continuar sosteniendo una oficialidad teórica insostenible e imposible. Cuando llega un libro a esta parte del mundo son los primeros en analizarlo o mejor dicho en destriparlo, rápidamente deben dar respuesta a algo que nadie les preguntó, así en lugar de crear ideas interesantes o innovadoras hacen vergonzantes escritos y dudosas aseveraciones que al tiempo nadie recordará porque discuten con alguien que está a miles de kilómetros. Esta es la paradoja de la dependencia cultural de la izquierda, de lo que llamó Jauretche “la colonización pedagógica” porque no tienen para decir nada de lo que ocurre acá sin pasarlo antes por el tamiz de la lectura oficial del partido, que además, también es una lectura exótica de un texto producido en otro lado y en otra experiencia pero que el tiempo la ha cristalizado en la ortodoxia.
Nosotros decíamos al principio que dudábamos de las autoctonias o de pretendidos nacionalismos teóricos, culturales o ideológicos pero sostenemos que la experiencia crea elementos propios, matices y rostros locales que le dan a la acción la posibilidad de especificidad. Es esto justamente y a partir de aquí que criticamos y abrimos la discusión sobre el influjo de los textos. Un debate que se esparce sobre la falta de producción de pensamiento en las izquierdas argentinas, de la dependencia a modelos y experiencias diferentes y a la vulnerabilidad producto de una ortodoxia intelectual de lecturas oficiales aglutinantes y diferenciadoras.

( IV )
La paradoja abierta


El producto de este exotismo que veíamos tiene como contrapartida la inmovilidad, la dispersión y la incomprensión que es propia de la izquierda argentina. Es la graciosa situación de llegar tarde a todo, tal es el caso de la relectura de la obra del italiano Antonio Gramsci en la actualidad, o la reivindicación oficial de la figura del Che Guevara por el PCA a mediados de los 80.
No sabemos si el influjo de los textos de Holloway o de Negri-Hard llevará a crear una nueva paradoja en un futuro, pero lo que estamos seguros es que ya forman parte de las paradojas de la pequeña historia de la vida política de la intelectualidad local, es decir de una minúscula porción de la población e incluso de la misma cantidad de personas que militan políticamente. Sin embargo una minoría que influirá luego sobre personas que sin saber quienes son exactamente los autores de esos textos, sin haberlos leído y a veces sin siquiera querer saberlo, les llegará de alguna forma estos “peligrosos” nombres ya estigmatizados por los intelectuales amigos del partido, para trabarse en alguna esquina del país en una dura discusión donde ninguno se convencerá de los argumentos vertidos por el otro. Así es la triste paradoja del influjo de los textos en izquierda Argentina, o llega tarde o se divide aparentemente “a causa” de estos. Pero antes de dejar abierta la paradoja, debemos decir que nos cuesta creer que los problemas que impiden a la izquierda sea un problema “a causa” de lecturas diferentes, aunque si creemos que está entre estos problemas, el no tener una lectura propia, una lectura local, un trazo original, mítico y audaz. Las paradojas abierta serán entonces estas: por un lado, ver si positivamente cambia la situación de la izquierda Argentina, evadiendo la invariante, a partir del hallazgo de un texto propio que cree lo que Gramsci llamó el “libro viviente”, el mito texto, y sea capaz de simbolizar y sintetizar la voluntad colectiva hacia el cambio social; o negativamente ver si a partir de textos subsiguientes recae en la invariante, y en la inmovilidad; y una tercera paradoja humorística que sería ver a la izquierda dentro de treinta años releyendo a Toni Negri o a John Holloway.


A un posible lector encargamos el seguimiento de estas paradojas y este lugar para agregar las propias:--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
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¡Grande Huergo!

*Diciembre 2009


En 1913 el Ingeniero Luis A. Huergo escribe un conocido memorándum que tiene gran repercusión. Allí Huergo denuncia públicamente la situación petrolífera en el país y los negociados con intereses extranjeros en detrimento de la riqueza y el desarrollo independiente de la Nación. Escribe el ingeniero: “Los poderes públicos, con una lentitud increíble y una mezquindad inconcebible, han tardado seis años en poner en claro y en hacer conocer al pueblo las inmensas riquezas que representan los grandes yacimientos de petróleo en Comodoro Rivadavia .” Luego señala la conspiración y la entrega de sectores aliados a las empresas imperialistas de hidrocarburos, dice Huergo: “Entre tanto han llegado los fulanos de descubierta, los “sydicating operators” que han acaparado la tierra de promisión (más de 80.000 hectáreas en un solo sindicato), que han reclutado una falange de prosélitos, pocos de ellos conscientes y la inmensa mayoría inconscientes, haciendo accionistas a ministros, legisladores, abogados, cagatintas de Sarmiento, jefes de divisiones y secciones administrativas, miembros de redacción de periódicos, directores de imprentas del Estado, jefes de la armada y del ejército, ministros de la religión, etc, “. Muchos eran lo que estaban en la rosca y la tranza, contaba con hartazgo y asqueado, Huergo.
“Los preliminares de la conquista –continúa Huergo- son los ya empleados en otras partes y actualmente en México; la creación de hombres científicos de insignificancia reconocida a falta de partido científico; la prédica incesante e insensata para formar atmósfera del descrédito del Poder Ejecutivo y de las finanzas de la Nación; la negación audaz, desvergonzada e insistente hasta la imbecilidad, de que se hayan realizado en Comodoro Rivadavia trabajos suficientes durante los dos años de la presente administración para demostrar que al fin podrá disponer no solo de un combustible propio y aceptable, sino del mejor conocido hasta hoy ; la prédica, repetición de aquella teoría de los tontos de voz ahuecada y sesos carent, de que las cosas y propiedades de mayor valor de la Nación deben entregarse a manos mercenarias porque los gobiernos son malos administradores; teoría desmentida por el mundo.” Huergo deberá comparecer ante el Parlamento y la Cámara de Diputados creó una comisión investigadora y tuvo que dar explicaciones al presidente del Centro Naval del cual era miembro honorario.
Se hace difícil igualar tanto patriotismo y valentía. ¡Y en 1913! Ya escupía hacía el futuro contra los argumentos de vendepatrias como los Alsogaray o el “sesos carent”, como lo hubiese llamado Huergo al sátrapa de Anillaco.

El mito gaucho

* Diciembre 2004

Abordajes ontológicos alrededor del mito y sus significados en el pensamiento político argentino


Por: Juan J. Olivera



Intentaré vincular constitutivos básicos del pensamiento político argentino, es decir rigurosidades no definitorias que se expresan con cierto grado de permanencia inherente. Tipos recurrentes que delimitan la reflexión y la acción política de estas tierras, elementos manifiestos o latentes que forman parte del anecdotario nacional y de la vida cotidiana de una cosmogonía política Argentina, modos de acción. Estos elementos que nos atrevemos a citar de forma no sistemática forman parte seguramente de los estudios previos de la cátedra y que de forma libre tomamos. Así, drama, invariante, tragedia, mito, maldición, metonimia, anatema, exhibicionismo, ocultismo, esoterismo, traiciones y tradiciones, son temas planteados en las clases y en la obra del profesor González constituyendo la batería que compone su entramado estudio sobre la teoría política vernácula.
Trataremos aquí puntualmente, el mito en el pensamiento político argentino, pero con la intención de abrir una investigación posterior, más amplia, dentro del campo comprensivo, que tome también los otros constitutivos del pensamiento argentino para sondear una posible Ciencia Política con rostro local, hasta ahora faltante, subyacente o no sistematizada, oculta o ocultada, depende de donde se lea.






( I )



Recorrido al Mito Gaucho

“Cuenta la leyenda que seis años después (1586) uno de aquellos soldados rasos, que venia con el vasco Garay, se quejó en misiva al monarca de todas las Españas de la podredumbre en que vivían. Apercibido y fuertemente reprimido por el Veedor del Rey, hizo trueque de su morada al precio de un caballo blanco y una guitarra; y montado en el corcel, se acercó a la plazuela Mayor y única y al tiempo que clavaba sus espuelas en el noble animal, exclamó:
“¡¡ Muera Felipe II !!... y caballo, jinete y guitarra rumbearon hacia la pampa... Y así nació el primer gaucho, el primer rebelde que la historia o la tradición conoce por el nombre de Alejo Godoy”.


Abrahim H. Hallar. “El Gaucho y su originalidad arábiga.”



Facundo y Martín Fierro, el mito-texto

La paradoja del Martín Fierro de Lugones radicaría en como ese gaucho pobre, rotoso, perseguido, poco amigo de las autoridades políticas y policiales, que en su “Ida” protesta por haber sido echado de la bonanza de su ranchito rosista donde vivía y “Era una delicia el ver cómo pasaba sus días”, y en la “Vuelta” aunque parece más integrado a los tiempos y da consejos de comportamiento, no deja de presentar su reclamo, dice, Hernández: “Debe el gaucho tener casa, escuela, iglesia y derechos.”, de inocultable extirpe popular se convierte en la figura emblemática del citado patriciado nacional.
Cierto es que hay estudios que ponen en duda lo popular en el Martín Fierro haciendo referencia al carácter iletrado de los sectores populares de la época que relata Hernández, de la cercanía del autor con la familia de Rosas y de los móviles políticos que impulsaron su escritura, pero todos estos argumentos no hacen más que ahondar en la idea de cómo este libro es también una creación mítica capaz de guiar la voluntad general con mayor éxito que un simple manifiesto. Maquiavelo, según el italiano Antonio Gramsci hizo lo mismo con “El Principe”, y en cierta forma es lo que intentó hacer Sarmiento con “Facundo o Civilización y Barbarie en las Pampas Argentinas”. Según Jack Nahmias, muchos de los datos que cita Sarmiento son falsos por ejemplo en la cantidad de estancias que tenían las pampas y que aparentemente fueron corregidas varias veces esas “inexactitudes” como prologa el mismo Sarmiento. Sin embargo, lo importante del “Facundo” es su forma que esta entre ser un complejo estudio sociológico y antropológico, y sin perder fuerza se expresa como un virulento y corrosivo manifiesto político.


Encuentros y diferencias frente al proceso civilizatorio

Pero sería pertinente preguntarse, por otro lado, ¿que hay del Facundo en el Martín Fierro? Sarmiento escribió en el exilio chileno en 1845 y Hernández en 1872 durante la presidencia del sanjuanino. Sarmiento enrolado en el unitarismo enfrentaba a la mítica esfinge de Tebas encarnada en Rosas y más que la exactitud de sus fuentes le importa rebelar la “verdad”, “su” verdad al mundo. Pero aclara que los “acontecimiento notables” tienen “una exactitud intachable de que responderán los documentos públicos que sobre ellos existen”.
Sarmiento dice: “Facundo, expresión fiel de una manera de ser de un pueblo, de sus preocupaciones e instintos...es el personaje histórico más singular, más notable, que puede presentarse a la contemplación de los hombres que comprenden que un caudillo que encabeza un gran movimiento social no es más que el espejo en que se reflejan, en dimensiones colosales, las creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación en una época dada de su historia.” y para ejemplificar mejor recurre a figuras asiáticas: “Alejandro es la pintura, el reflejo de la Grecia guerrera, literaria, política u artística...” Más adelante también para dibujar al hombre natural de los “desiertos”argentinos lo compara con el cosaco o el árabe “que vaga por soledades asiáticas vive reunida bajo el mando de un anciano de la tribu o un jefe guerrero”.
De alguna forma se puede decir que Sarmiento se va muy lejos para buscar al gaucho, pero lo reconoce y lo describe con belleza y atractivo más propio de un defensor que de un detractor como resulta. Pero Sarmiento logra componer con genialidad el personaje y la tradición gauchesca y reconoce en los aspectos culturales para la nación que: “Si un destello de literatura nacional puede brillar momentáneamente en las nuevas sociedades americanas, es el que resultará de la descripción de las grandes escenas naturales, y, sobretodo, de la lucha entre la civilización europea y la barbarie indígena”. En definitiva esto es lo que relata el Martín Fierro aunque su centro no sea la relación gaucho-indio como en las novelas norteamericanas, no son menores los pasajes dedicados al tema y gozan de una unidad que por separados puede tomar profunda especificidad. Pero es evidente que si hay algo del facundo en el Fierro, es esta “descripción de las grandes escenas naturales”.
Hernández, que vinculado al federalismo chocará con Sarmiento en “La Muerte del Chacho” acusando al partido Unitario del vil asesinato.

Hernández escribe una carta a su amigo José Zoilo Miguens donde le cuenta que “al fin me he decidido a que mi pobre Martín Fierro” salga a conocer el mundo. Aquí también Hernández quiere decir “su” verdad, frente a la desventaja, si Sarmiento en Chile resistía, a su modo también lo hace el autor del Fierro, escribe: “no le niegue su protección (al libro), usted que conoce bien todos los abusos y todas las desgracias de que es víctima esa clase desheredada de nuestro país”. Acerca de la conformación del personaje en la misma carta dirá: “Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar un tipo que personificara el carácter de nuestros gauchos, concentrando el modo de ser, de sentir, de pensar y de expresarse que le es peculiar, dotándolo con todos los juegos de su imaginación llena de imágenes y de colorido, con todos los arranque de su altivez, inmoderados hasta el crimen, y con todos los impulsos y arrebatos, hijos de una naturaleza que la educación no ha pulido y suavizado”. Tal vez Hernández se fija más en su personaje, lo trata de describir más allá del ropaje, se pone en la piel de Fierro, conoce sus giros y sus guiños, aparentemente los comparte. En contraposición con Sarmiento que describe al gaucho para señalar lo que debe cambiarse en la evolución hacia la civilización, Hernández, al contrario pareciera que hace una descripción densa para “hacer justicia”, reconocer la existencia, legalizarlo y legitimizarlo, para asirlo, adherirlo y confrontarlo frente al partido unitario.

Pero todo el Martín Fierro tiene este objetivo?. No. Aparentemente la “Vuelta”, deja de lado la posición de partido para moralizar con un gesto pesimista la naciente unidad nacional. Al final del poema Hernández escribe: “NO ES PARA MAL DE NINGUNO SINO PARA BIEN DE TODOS”, pero la pregunta sería ¿quienes somos todos?
Está claro que puede conciliar posiciones y resulta necesario mistificar la idea para crear un sentido de unidad nacional, encauzando la voluntad general y tal vez eso intentó finalmente José Hernández. Pero si esa idea contenía ese propósito, la de encauzar la voluntad general, el TODOS debía ser un “todos” masivo y popular, y con un fuerte protagonismo de los sectores populares mucho mas importante que el que Lugones le otorgaría, y esta sería la que ocuparía el centro de la escena y no su “clase superior” patricia con sus jerarquías racistas. Por eso Hernández reclama para el gaucho casa, escuela, iglesia y derechos. En pocas palabras: Ciudadanía, que es lo mismo a decir “lugar” en la nueva república oligárquica que se había lanzando como proyecto civilizatorio posterior a Caseros.

En “La Vuelta de Martín Fierro”, Hernández llamativamente, al igual que Sarmiento, repara en comparaciones asiáticas con respecto al gaucho. En el prologo que titula “Cuatro palabras de conversación con los lectores”, escribe el autor: “Que singular es, y qué digno de observación, el oír a nuestros paisanos más incultos expresar en dos versos claros y sencillos máximas y pensamientos morales que las naciones más antiguas, la India y Persia, conservaban como un tesoro inestimable de su sabiduría proverbial; que los griegos escuchaban con veneración en boca de sus sabios más profundos, de Sócrates, fundador de la moral, de Platón y de Séneca; que los hombres del Norte les dieron lugar preferentemente en su robusta y enérgica literatura; que la civilización moderna repite por medio de sus moralistas más esclarecidos, y que se hallan consagrados fundamentalmente en los códigos religiosos de todos los grandes reformadores de la humanidad”.


El Linaje de Hércules

Leopoldo Lugones en sus conferencias en Teatro Odeón descubre una posible concatenación entre la cultura Helénica y la tradición gauchesca, viendo en el gaucho la reencarnación de la figura del héroe Hercules. Montado desde las tablas de aquel teatro Lugones dibuja los mármoles y el “campo heráldico” de la cultura nacional para una oligarquía adepta a los parques y a los rubores hojaldrados de la Bell Epoque felicitándose por “haber sido el agente de una intima comunicación nacional entre la poesía del pueblo y la mente culta de la clase superior”. Un Lugones que abraza el pensamiento grecolatino para fundamentar una concepción de la belleza y el espíritu que se expresan en los rasgos de la raza. Racista, ve en el gaucho la progresión de un Hércules que va desde el estrecho de Gibraltar, llamados por los marinos antiguos como las “columnas de Hercules”, se encuentra a salvo en la Provenza, pasa a los códigos de caballería y en los contrapuntos entre lo pagano subyacente y la imposición cristiana de la iglesia católica se presenta en el Nuevo Mundo luego de haber templado los corazones cruzados en las guerras entre moros y peninsulares. Al respecto pondrá énfasis en lo pagano, dice: “Así, los conceptos fundamentales de la civilización resultan ser supervivencia griega conservada por aquella poesía (caballeresca y heráldica), y no principios cristianos”
Con apliques de preciosismo, Lugones, no ahorra en palabras en justificar su estatua nacional y exclama “no es lo mismo decir a un labriego, “este monumento representa el trabajo de la agricultura o de la ganadería”, que llevarlo ante una estatua de un hombre y hacerle ver en ella al general San Martín que nos dio la libertad, o al poeta Hernández que compuso los versos de Martín Fierro”.
Resulta interesante, la denominación que hace Lugones en aquella época a la cultura árabe que habría sentido los influjos de lo grecolatino y el pasaje de elementos propios de lo celta alojando instituciones como el duelo judicial y el culto a la mujer. Escribe tal vez con cierta añoranza: “aquella civilización tuvo de agentes inmediatos a los árabes, exaltadísimos cuanto platónicos amadores, y autores directos del arte de trovar bajo formas características: el poeta errante, acompañado por su juglar; el amor absolutamente desinteresado de sensualismo; hasta el instrumento clásico o sea el rabel de tres cuerdas y las justas en verso, fuente de nuestras payadas. Todo fue, pues, pagano, en aquella civilización de trovadores y paladines”.
Lugones busca en su ideal heroico el constitutivo para la nueva nación y dice que no hace falta escribir en gaucho sino “movilizar ideas y expresiones”, porque el gaucho existe y es el constitutivo helénico, ya se fundió hace miles de años. Entonces lo que hay que hacer es guiar el árbol: “formar el idioma es cultivar aquel robusto tronco de la selva para civilizarlo, vale decir, para convertirlo en planta frutal; no divertirse en esculpir sus astillas”. Así, cree que bajo estos rasgos helénicos que debe fundarse la nación: “Ejercitándose en la belleza y en la libertad que son para nuestra raza los móviles de la vida heroica, porque vemos en ella el estado permanente de una humanidad superior.
Desde su sitial en el parnaso político e intelectual de la época, Lugones daba una lectura heroica y mítica para aquella oligarquía que necesitaba refundarse, “movilizarse”, como lo dice el autor del “El Payador” (1916). Una lectura que presentara un constitutivo originario de las pampas, épica que hablara del pasado ecuestre y de ciertas gestas, que aunque mezclaba lo plebeyo con lo aristocrático, daba un resultado “patricio” y original. La semblanza de este nuevo ente aglutinador se presentaba acorde a las expectativas de la época, no renegaba ya tanto de lo ibérico porque como decía Carlos Astrada, en “El Mito Gaucho”, a la modernidad “llegamos por otras vías que España” y tenía los necesarios ribetes estilizados para poner al gaucho en el árbol genealógico de la cultura occidental europea al compararlo con los héroes helénicos. Así, las flores y los perfumes locales podían ser los mismos que se olían en las calles y cafés de París, pero con un color propio “Argentino”, el Estado Nación y la oligarquía agro-vacuna se enfrentaba a una masa de inmigrantes que llegaban al país todos los días con el sueño de “hacer la América”, haciéndoles saber a sangre y fuego que ellos habían llegado primero.


Carlos Astrada y El mito gaucho

Astrada en “El mito gaucho” de 1964, continua con el razonamiento de Lugones y muestra cuanto de poco hay de ibérico en lo argentino. Plantea la existencia de un sustrato original que se expresa en una “llegada a la modernidad por vía propia” que esta ligada a la tradición democrática greco-romana, y que en su forma étnica y en las rupturas expresadas históricamente en el 25 de Mayo de 1810 y durante la guerra de la independencia, crea un mito fundante unificado y vital que instaura el “advenimiento del pueblo argentino, como unidad histórica, a su autonomía e independencia política y cultural”.
El gaucho para Astrada, en su faz étnica, es el resultado de in proceso de “las hibridación con el indio, de árabes andaluces, es decir, el elemento étnico venido con los conquistadores y colonizadores”. Una formación que se ha mantenido en el tiempo y que ha hecho comunión con la tierra, el clima y el medio más en general volviéndose uno y en el devenir histórico un encuentro de destino que en su cosmovisión está ligado a una mezcla de divinidades desaparecidas heredadas desde sus partes indígenas y el elemento helénico donde también es muy fuerte la idea de tragedia predestinada. El hombre argentino no reniega de la religión, dialoga con Dios, no necesita mediaciones, en la extensión de la pampa sabe que su destino esta trazado y así como puede invocar la imagen divina intuye al mismo tiempo que esta solo y en desafiante actitud encara al futuro. Astrada citando a Spinoza dice: “A través de lo que en filosofía se denomina prueba inmanente –mediante examen del espíritu y contenido de Martín Fierro- mostramos que el protagonista está fuera del marco de la fe cristiana, y que Hernández mismo se ha inspirado en otras fuentes: Persia, la India, las culturas míticas americanas”.

El nacimiento del mito también significaría el nacimiento del pueblo y su destino, porque este surge de la tierra, la patria donde nacen y mueren los hombres: “Para un pueblo, toda posibilidad de grandeza surge de un gran comienzo, de un gran impulso inicial, de la tensión de un esfuerzo heroico como punto de arranque de la parábola de un destino. Una promoción humana ejemplar infundió un aliento de eternidad en una creación colectiva, volcó en el molde del tiempo un programa de vida, una plenitud anímica apropiándolo hacia el futuro a la conquista de gloria y de florecimiento. Así surgió una imagen viviente: la patria. De esta creación y su sustancia vivirían los hombres, y puestos los ojos en ella, llevándola adentrada en el alma, afrontarían en común el sacrificio y el esfuerzo, la vida y la muerte.” ... “este impulso creador no puede ser abolido ni superado por lo que viene después; no hay “progreso” que lo destruya o desvalore. Es un comienzo que seguirá operante e irradiando su influjo casi místico mientras exista el ser colectivo que lo ha comenzado y que con él ha advenido a la vida libre y soberana.”... “Mayo de 1810, fecha de su auténtica fe de nacimiento, Al insurgir, marcó una discontinuidad, abrió un profundo hiatus con relación a todo un decurso pasado, durante el cual ella todavía no era sino mera posibilidad, históricamente aleatoria, y que la hubiera seguido siendo a no mediar la tarea instauradora de los hombres de Mayo. Si no se hubiera producido aquella discontinuidad, no seriamos una nación, sino una colonia que después de fallido, o incluso exitoso intento separatista o secesionista queda ligada a la metrópoli, dependiendo de ella política, cultural y espiritualmente. Nuestra guerra de emancipación no fue una guerra civil ... sino una lucha en la que nació a la vida de la libertad nuestro pueblo y, con este, la esencia argentina, como un destino histórico que, con sus peculiares dimensiones, era ya distinto, y se ha venido diversificando cada vez más del tronco de las instituciones españolas. Estas trajeron a América, con la conquista y la colonización, el feudalismo degenerativo y ya caduco de la metrópoli. Y en lo que en étnico nos atañe nuestra efectiva ascendencia es árabe, proliferación en la que vino a injertarse el caudaloso aporte inmigratorio, principalmente latino, asimilado en parte hasta el tuétano por nuestra tierra, nuestro medio y nuestro clima”.

Finalmente concluye Astrada asignándole al mito el más importante valor, frente a la derrota o el fracaso, sería el germen inherente e inquebrantable de esencia capaz de reavivar la llama de la vida y la esperanza:
... es “la realidad y el ensueño conjugados, es desde su repuesto hontanar, el que nos insufla constantemente, a pesar de todas las derrotas y de la actual falencia de la civilidad argentina, la esperanza de victoria. Es el que nos impera a empinarnos hasta el asequible nivel humano correlativo a la magnitud y poderío de nuestra naturaleza. De esta naturaleza proteica y maravillosa, facetada en todos sus paisajes –desde la abismal profundidad de sus llanuras hasta el vértigo de sus cumbres- por el resplandor de la belleza, por las reverberaciones mágicas de nuestro mito”.


Astrada, Marcuse y Victoria Ocampo bajo el cielo de la pampa

Astrada, al igual que Ebert Marcuse, fueron discípulos del filosofo alemán Martín Heidegger, y resulta interesante poner a jugar a ambos, sus posturas en cuanto al mito. Para el argentino que veía en el Martín Fierro “la pulsación de la larva del mito de nuestros orígenes”, estaba estrechamente ligado a “la voluntad de ser” de un pueblo, de las raíces cimentadas en la profundidades de la tierra, en la “fidelidad a la tierra” que dan una estirpe de “esencias nacionales”, en la misma tesitura que podía expresarlo Heidegger como a estas exaltaciones propias de “la fuerza de la tierra y de la sangre” que sería las autenticas fuerzas históricas. Marcuse, por su parte rompiendo con el enfoque de su maestro, y desde las páginas de “Cultura y Sociedad” de 1964 también, editado en 1967 en Buenos Aires por Sur, colección de “Estudios Alemanes” dirigida por Victoria Ocampo, Helmut Arntz, Hans Bayer, Ernesto Garzón Valdés, Rafael Gutiérrez Girardot y H. A. Murena, entabla una fuerte crítica desde el marxismo a lo que considera teorías irracionales de la filosofía política. Aquí Marcuse hace un recuento de la tradición filosófica alemana “esencialista”, “naturalista”, y “existencialista” como “luchas contra el liberalismo en la concepción totalitaria del estado”. Es clara la postura de Marcuse, sumamente crítica, de alguna forma es una distinguible boya de alerta a las posibles desviaciones del pensamiento mítico y de las teorías que se desarrollaron en la Alemania nazi. Pero, al mismo tiempo, el texto juega una posible contienda entre dos discípulos enfrentados en las mismas pampas del peronismo y del Grupo Sur del que alguna vez formó parte también Borges. No estamos en condiciones de afirmar si la intención de Sur era confrontar directamente con Astrada, ya alejado del peronismo y más vinculado al maoísmo, pero teniendo en cuenta muchas de las adjetivaciones que se le daban al movimiento que dirigía Perón desde el exilio, así, el libro presentaría esa faz inquisidora y toma de partido en la realidad social y política de la argentina de mediado de los años 60.


Proyecciones del mito


Acerca del mito, cabe destacar como en el derrotero histórico argentino se han ido configurando y redefiniendo ideas y paisajes sociales. Mitos fundantes se van apoyando sobre otros anteriores concatenando identidades y formas propias.
La tradición mitológica se puede rastrear desde la llegada de los primeros conquistadores que llegaban a estas tierras en busca del “Dorado” o la “Trapalanda”, pasando por la figura heroica y mítica en la génesis de la identidad nacional: el gaucho, que para algunos como Sarmiento es la flor del mal, portante de una tradición bárbara y luego un José Hernández, que lo humaniza y lo pone como hacedor de civilización y cultura. Ambos coinciden, extrañamente, en situar sus orígenes en los desiertos asiáticos y en las caravanas de los beduinos. Un Lugones que asocia la tradición gaucha a la cultura helénica, un Astrada y un Hernández Arregui, que con diferencias, ambos lo ligarán a la identidad del “ser nacional”. Sin duda el tema gaucho surca todo el ideario literario nacional, a los citados puede agregárseles otros como Borges, Martínez Estrada y hasta el mismo peronismo con su forma particular de resignificarlo todo, expresa en la verba del viejo general mandamientos que parecieran salidos de las páginas del Martín Fierro. Tampoco se puede olvidar la retórica como dice el uruguayo Ángel Rama, “gauchipolitica”, de un infaltable Jauretche que emparenta burlón y crítico el pensamiento mítico con la zoncera en una pedagogía sociológica campechana desarrollista.
Un pensamiento mítico, que sostiene procesos de luchas y acompaña al combatiente, que se resiste a la lógica racional desde su misma forma lógica paradojal y enigmática. Pensamiento alimentado y criticado, en tiempos de exclusión popular pero que necesita abrirse a realidades más exactas y racionales adaptándose para hacerse fuerza. Desde la época de “la resistencia” peronista, hablará John William Cooke, que comprende el mito y lo festeja pero que, crítico y materialista dialéctico, necesita superarlo para que el “gigante miope e invertebrado” despierte y ocupe la escena política.
Finalmente, con voces del pasado el vocablo gaucho retumba en la política y en las bocas de los jóvenes de los años setenta con la organización política militar o “formaciones especiales”, como le gustaba llamar a Perón a los “Montoneros”, y un Alvaro Abós que definiéndose post-peronista correrá velos y mostrará algunos riesgos del pensamiento político mítico.





Consultas bio-bibliográficas:

- Ebert Marcuse, “Cultura y Sociedad”.
- Domingo F. Sarmiento, “Facundo”.
- José Hernández, “Martín Fierro”.
- Carlos Astrada, “El mito Gaucho”.
- Rodolfo Kusch, “América Profunda”, “De la mala vida Porteña”, “El Pensamiento Indígena Americano”.
- John William Cooke, “Cartas Perón- Cooke” y “El fracaso del operativo retorno”.
- Alvaro Abós, “El postperonismo”.
- Horacio González, “Restos Pampéanos”.
- Arturo Jauretche, “Manual de Zonceras Argentinas”, “Los profetas del Odio y la yapa”.
- Juan José Hernández Arregui, “La formación de la conciencia nacional”, “Qué es el ser nacional”.
- Leonardo Favio, “Perón. Sinfonía de un Sentimiento”.
- Pino Solanas, “Los hijos de Fierro”.
- Huerque Mapu, “La cantata montonera”.
- Félix Luna, prologo al libro de Richard Guillespie: “Montoneros, los soldados de Perón”.