JJO. Buenos Aires. Marzo 2009
Como les había propuesto continúo escribiendo estos pareceres o temas para el dialogo y el intercambio “entre nos”.
En el mail anterior dejé picando el tema de la asunción de Nestor Kirchner a la presidencia del PJ, continuando, quisiera compartir estas opiniones abiertas a la crítica y el debate.
A principios del 2008 si mal no recuerdo Kirchner asumió la conducción del PJ, hecho esperado por algunos y temido por otros. Desde los lugares más rancios del pejotismo tradicional: la conocida “liga de gobernadores”, los intendentes del Gran Buenos Aires y algunos dirigentes que habían quedado en “la cuerda floja” o un espacio difícil de delinear, casos como ex duhaldistas, desde Solá pasando por Quindimil y otros insistían para que el santacruceño “conduzca” el PJ. La existencia del Frente Para La Victoria, con el que había llegado a la presidencia Kirchner, luego el “aire” que le dio a los “Transversales”, y la posterior fuerza que tomaron las listas “colectoras” que llegaron incluso a desbancar construcciones jurasicas como las de Lanús, Lomas de Zamora, o en Quilmes, y a esto hay que sumarle los acuerdos con los “radicales K”, ponía a los viejos carcamanes del peronismo en una situación prescindible. Tanto se oían esas preocupaciones que hasta se olía ese temor, esa tendencia, quedar “a fuera” se repetían. No pocos decían dudar de la filiación peronista de los Kirchner, otros los imputaron de “revanchistas montoneros” mientras juntaban espaldas con espaldas en posición defensiva y conspirativa no le encontraban salida al problema, - ¡¡ Y…sino que vuelva el Cabezón y se vallan a la puta que los parió estos zurdos ¡¡ repetían a oscuras antes de dormir.
La experiencia que vivieron los armados Kirchneristas por fuera del PJ debilitaron claramente a la ya cascoteada estructura pejotista y pareció como posible por un momento crear una nueva corriente que superara las limitaciones y condicionamientos que el mismo peronismo imponía a los Kirchner: un poder tutelado por el duhaldismo, que pasara sin novedad por los frentes donde se habían establecidos los pactos cuasi mafiosos de la política y el poder en la provincia de Buenos Aires principalmente y un trato amable y condescendiente con los gobernadores del interior. Sin embargo los armados por fuera del PJ nunca dejaron de ser algo transicional, su misma razón de existencia los hacía perecederos, como ariete para chocar con las estructuras del PJ en la medida que este fue cediendo crecía el poder de maniobra de Kirchner, que valga la aclaración, desde el ejecutivo y sin deberle mucho ya se preparaba para disponer de cambios e ingresar con una fuerza al PJ que no tenía. Si en un principio el PJ, es decir los fósiles parlantes de la partidocracia vernácula, trataron de retacear, excluir y negarle la conducción del partido a Nestor Kirchner, al fin de su gobierno se lo pedían a lo gritos y como magdalenas se le tiraban a los pies para pedirle que asuma y les perdonara sus pecados; y porque no decirlo limpiara también la imagen de estos, y los patios, jardines y salitas del partido después de una horrible actuación en nuestra historia reciente.
Los “trasversales” tuvieron éxito, a diferencia de lo que ellos mismo creen, sin embargo no pudieron constituirse en una opción de poder real, su génesis carecía de “mística” originaria, estaba predestinada su funcionalidad y su fin. No sabemos si su fin es algo para siempre jamás, si podrán integrarse a la nueva etapa y hacer cambios desde ahí, si ojalá, seguirán en la medida de lo posible de manera autónoma aportando apoyos, debate y criticas, o si serán barridos por el viento de la historia al pasar a una oposición sin escena política ni espacio.
Para nosotros la asunción de Kirchner es un hecho positivo porque como dijimos se produce desde una posición de fuerza, que al mismo tiempo provoca una situación de fortalecimiento al gobierno de Cristina. Una cantidad de situaciones que van desde el conflicto con “el campo” hasta los reclamos de mayor seguridad, han presionado al gobierno desde sectores opositores que buscan posiciones parlamentarias afines, que sin una correlación favorable y una relativa “disciplina partidaria” imposibilitarían la acción gubernamental.
Nestor Kirchner encarna en su figura la posibilidad al mismo tiempo de ser la actualización del proyecto nacional polular y la superación de la etapa que llamó en los años 1984 -1985 Alvaro Abós desde las páginas de “Unidos” el “posperonismo”. En aquella época Abós, junto a Horacio Gonzalez, José Pablo Feinmann y otros trataban de analizar las razones del descalabro del peronismo: los signos de la derrota electoral de 1983, la acción del peronismo en la dictadura y un balance autocrítico de la década del 70 se sucedían en aquella publicación que intentaba al mismo tiempo encontrar una salida en el pantano en el que se encontraba el peronismo. Conocemos la resolución del problema posteriormente, que se zanjará con las elecciones internas de 1989 entre Menem y Cafiero para elegir el conductor del PJ de cara a las elecciones presidenciales de ese año y sumirá por una década al peronismo y al país en la entrega nacional que se llamó: El Menemismo.
Abós señalaba que tres fechas posibles para el surgimiento del posperonismo “el 1º de julio de 1974, fallecimiento de Perón, o el 20 de junio de 1973, cuando el proyecto que sustentó aquel retorno reveló sus grietas, o el 24 de marzo de 1976, cuando culminó la agonía del intervalo constitucional”, desde entonces el peronismo se había convertido no ya en el lugar “natural” de la clase trabajadora, ni la fuerza que podía contener a aquella “ juventud maravillosa”, ni la construcción histórica para la liberación nacional, personajes como Celestino Rodrigo, Isabel, el brujo Lopez Rega, Luder, Herminio Iglesias, el Loro Lorenzo Miguel, Cafiero, Triaca, Grosso, Menem, etcétera, etcétera, demasiados etcéteras dibujaban un mapa incierto, eso era el posperonismo. Abós ve, percibe mucho antes el descalabro menemista, y algunos formaran al tiempo como alternativa el “Frente Grande”, ya conocemos la historia así que la salteamos o volvemos otro día, pero como adelanto diría que algo del fin de los transversales había sido heredado del Frente Grande – Frepaso. Abós en esos años (1984-1985) adelanta el marco en que el posperonismo “desarrollará su crisis: ¿será un marco democrático? ¿será un neoautoritarismo?; ¿será la dependencia externa?; ¿será una experiencia de replanteo independiente?”, y lo interesante de esta mirada es que el marco donde se desarrollará la crisis no es solo el peronismo sino que esta crisis es algo que sumirá a toda la nación, si algo hemos aprendido que lo que suceda en el país estará ligado de una forma u otra al devenir histórico y a la acción política del peronismo. En aquel balance Alvaro Abós evaluaba “Lo que el peronismo ya no es” , “Lo que el peronismo todavía es” y “Lo que el peronismo aún puede ser” . Así bosquejaba la situación Abós:
Lo que el peronismo ya no es
- Una fuerza conducida por un caudillo carismático.
- La expresión automática de la mayoría electoral.
- Una fuerza política que tiene como decisiva parte integrante a unas fuerzas armadas de sentido nacional y sanmartiniano.
- Una fuerza política que descansa sobre una vasta clase obrera.
- Un movimiento político compuesto por sectores populares diversos unidos por una solidaridad básica, elástica e inmutable.
- La fuerza política central de la sociedad argentina, receptáculo natural de sus expectativas y anhelos.
- El soporte y la encarnación de un dispositivo que la literatura política del nacionalismo popular llamó el “movimiento nacional”.
Lo que el peronismo todavía es
-La identidad política central de la clase obrera.
-Un encadenamiento de memorias, prácticas y tradiciones ligado a la cotidianeidad política de los argentinos que, en buena medida, opera ya fuera de los límites del peronismo hoy existente, aunque es en él donde aún tiene sus raíces más densas.
-La expresión política con mayor virtualidad para canalizar la oposición de los sectores populares al establishment.
- La expresión política con mayor virtualidad para encarnar una de las ideas-fuerza más incuestionables de este fin de siglo: la unidad y solidaridad latinoamericana.
Lo que el peronismo aún puede ser
- Una expresión política moderna, democrática y homogénea, con una fuerte implantación sindical, que recomponga, en un futuro mediato, una relativa mayoría lectoral sobre la base de articular las demandas de transformación social y liberación nacional que operan en la sociedad argentina.
Un complejo cúmulo de causas externas e internas han reducido a esta módica posibilidad las expectativas del peronismo. Y aún así, no es poco lo que ofrece. Auque sólo se trate de las cenizas de aquellos irrepetibles fuegos de octubre.
Resulta muy interesante como el autor pone “sus fichas” en el movimiento obrero, cierta esperanza o reservorio capaz de realizar el recambio y la limpieza de las viejas estructuras del peronismo. A la distancia se puede ver como aquella idea luego se desvanecía con un Menem pegando duro en la estructura laboral e industrial de la argentina. El paso de una economía productiva a una de servicios, transnacionalizada y con una fuerte presencia del sector financiero, deshizo prácticamente la industria nacional al abrir incriminadamente las importaciones, y promoviendo la cooptación, el descrédito y el debilitamiento del movimiento obrero organizado, allanó el terreno para aplicar un modelo de achicamiento del Estado en la economía nacional a través del nefasto proceso de privatizaciones que dejó como epilogo altísimos índices de desocupación y pobreza que aún hoy soportamos todos los argentinos.
La etapa post peronista como la llama Abós se extendió más de lo que los mismos peronistas hemos querido, el PJ y todas las estructuras de masas fueron cooptadas por el discurso y la práctica neoliberal. Los peronistas hemos luchado hasta ahora contra nuestro mismo partido porque como Eva Perón nos alertó que “el peronismo será revolucionario o no será nada” y nos enseño aquello que “un funcionario que se sirve de su cargo no es compañero es un oligarca”.
En todos los frentes esta lógica egoísta y antipatria estaba a la hora, en los barrios con la politiquería de los punteros y dirigentes corruptos, en los ministerios se vendía el país al capital foraneo, en la sociedad y en los medios de comunicación la frivolidad y la superficialidad dominó el imaginario y la memoria popular. En toda la década del 90 la militancia peronista prácticamente desaparece. Lo que no habían podido hacer los enemigos del pueblo Menem “Lo hizo”, las organizaciones del peronismo PJ, JP, JUP, UES, Rama Femenina y el Sindicalismo, se convierten meros armados “electoraleros” a sueldo sumidos en una ideología que pensaba a la política, el bienestar social, la justicia, y la soberanía nacional como mercancías para comprar y vender en el mercadeo mundial. Recién al fin del gobierno de Menem y DeLa Rua se ve una vuelta a la política de una nueva Militancia que surge de la misma crisis y que renovaran a la política y a los partidos. Movimientos de desocupados, asambleas barriales, fábricas tomadas, movimientos barriales solidarios, son solo algunos de los nuevos exponentes de esta nueva militancia que aún incipientemente han ido ganando espacio y fuerza dentro del “movimiento nacional” con la llegada de Nestor Kirchner a la presidencia en el 2003. De está confluencia, entre lo que nació de la crisis y lo que se estaba muriendo, el “pejotismo” el “postperonismo”, surge el “kirchnerismo” o mejor dicho “la actualización del proyecto nacional popular”. No es, como creen algunos sectores de la izquierda jurásica, la burocratización y la derechización de los movimientos que se expresaron en el 2001, sino la superación de una “multitud” fragmentaria, heterogénea y cíclica sin organización ni encuadramiento, incapaz de llevar adelante cambios estructurales que necesitaba el país. Tampoco es como sostiene “Clarín” y sectores del nuevo gorilaje que estos sectores son la “fuerza de choque del gobierno” o como les gusta decir que, Nestor Kirchner, se apoya de forma oportunista en las nuevas expresiones políticas militantes que llaman “piqueteros K” por mera “debilidad” o “soledad en el poder”. Kirchner es el puente ideológico y generacional entre la “juventud maravillosa” de los años 70 y la juventud de la dignad nacional que volteo a piedrazos la infamia neoliberal. Es también el legítimo referente de la juventud que luchó por la justicia social con las armas en la mano y por la reconquista democrática, que conoce la vida política y partidaria, el juego de los partidos políticos, la lentitud de la justicia, la corrupción de los funcionarios públicos y el estancamiento de las instituciones democráticas. Nestor y Cristina son los presidentes del Bicentenario de la patria, que ocupan el lugar que la historia y el pueblo argentino los ha puesto para llevar adelante el plan y el sueño de los hombres de Mayo.
La decisión de Kirchner de asumir la conducción del PJ es una de las conquistas políticas mas importantes en nuestra historia reciente. La recuperación de la herramienta que fundara el general Perón es volver a la identidad política y la fuerza simbólica que están aun latentes en el imaginario popular y en la golpeada clase trabajadora nacional. La vigencia del ideario peronista y las añoranzas del pasado heroico no alcanzan por si solos para dibujar un cuadro de situación y un presente“aceptable”, lo que se tratará a partir de ahora es de dinamizar y refundar el peronismo con las nuevas experiencias, luchas y anhelos populares que se forjaron en estos 26 años de vida democrática. A los valores heredados en la lucha por Justicia Social, Liberación Nacional, Soberanía Economía y política se suman la lucha por dos Derechos Humanos, la conciencia del lugar que ocupa la Argentina en la región, en el bloque del MERCOSUR y con otros países de hermanos del continente, el reconocimientos de los pueblos originarios, las cuestiones de género, la ecología, la protección de los recursos naturales no renovables y otros derechos y reclamos que la humanidad va desarrollando en la búsqueda de felicidad y libertad plena.
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